Erik
Irme del hospital sin despedirme de ella ha sido una de las cosas mas duras que he tenido que hacer en mi vida hasta ahora. Pero no podía quedarme allí, viendo como le cuentan toda la verdad, oír como le dicen que sus padres ya no están vivos y verla como vuelve a revivir ese dolor y esos sentimientos. Oír como le dicen que su mente ha olvidado los últimos tres años de su vida, viendo como me a olvidado a mi.
Conduzco horas y horas sin ningún destino en mente. Solo conducir hace que no le de tantas vueltas a la cabeza, me permite estar concentrado y distraído a la hora de manejar el coche. Haciendo que mi mente descanse de estas últimas tres semanas.
Cuando paro en una estación de servicio en medio de la carretera para repostar es cuando caigo a donde tengo que ir. Quiero desaparecer por un tiempo y no hay mejor sitio que el calor de la ciudad en donde creciste, así que vuelvo a poner el coche en marcha y me pongo dirección Valencia, deseando el abrazo de la mejor persona que me lo podría dar en este momento.
Una madre siempre será una madre, y la mía es una de las grandes. Pero claro yo soy su hijo. Cuando aparco el coche en la calle a unos diez metros del portal del piso de mis padres, un millón de recuerdos de mi juventud llegan a mi cabeza dando un poco de paz a mi mente, pero aún así siento una presión en el pecho que nada puede borrarlo.
Abro el portal con mi copia de llaves de la casa de mis padres, pero después de subir las escaleras hasta el segundo piso, no soy capaz de abrir la puerta principal con ellas, sino que toco para darles una sorpresa.
La cara de mi madre se ilumina nada más verme pero solo dura dos segundos para después cambiar a una de preocupación cuando se fija mejor en mi aspecto.
-Erik, cariño mio, ¿qué ocurre?- me pregunta con una mano en el pecho asustada.
Yo no le respondo, solo me tiro a sus brazos para que me envuelva con ellos y poder sentirme en casa otra vez. Poder quitarme ese vacío y ese dolor que siento en el pecho cada vez que pienso en lo que me he dejado en mi otro hogar.
-Te echaba de menos mama.- le digo mientras la aprieto con todas mis fuerzas.
-Me estas asustando.- me dice intentando soltarse de mi abrazo de oso y yo se lo permito pero no le miro directamente a los ojos.
-¿Donde esta papa?- le pregunto intentando cambiar de tema antes de que empiece a derrumbarme. Necesito descansar antes de enfrentarme a la realidad y contárselo a mis padres.
-Ha ido a comprar pan para la cena. Eso de estar prejubilado no lo lleva bien.- dice con una sonrisa cálida en sus labios. Mi padre le obligaron a jubilarse antes de llegar a los sesenta y cinco años porque sufrió un infarto por el estrés de su trabajo y eso de estar todo el día sin hacer nada no le gusta.
-De acuerdo, voy a echarme un rato, necesito descansar.- y como una buena madre sabe cuando esperar y no hacer preguntas.
-Muy bien hijo. En cuanto esté la cena te aviso.- dice desapareciendo por la puerta de la cocina y agradezco que me de mi espacio.
En cuanto cruzo la puerta de mi habitación me doy cuenta de que ni siquiera he pasado por mi piso para hacerme una pequeña maleta y no me he traído nada de ropa. Igualmente me desnudo, quedándome con los calzoncillos y me meto en mi cama entre las sabanas. Huelen a limpio y a hogar. Mi madre sigue utilizando el mismo suavizante para lavar la ropa desde hace años y eso consigue llevarme a mi infancia. Caigo rendido en cuanto mi cabeza toca la almohada y por fin, después de tres semanas de dormir en un sillón incomodo, descanso cayendo en los brazos de morfeo con fuerza.
***
Me despierto sobresaltado y sudando, reviviendo en mis sueños una y otra vez la mirada asustada de Merida al mirar nuestras manos unidas cuando se despertó y su pregunta que me ha abierto una herida muy grande en el centro de mi pecho.
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Que Gane el Mejor (2º bilogía Juego) COMPLETA
RomancePortada realizada por eewriter. ¡¡Gracias!! Merida pierde la memoria por culpa de un terrible accidente. Erik se vuelve loco porque ella no le recuerda. Merida vuelve a opositar. Erik vuelve a enarmorarla.