Erik
No tengo control sobre mi cuerpo, sobre mis palabras y sobre mis actos. Me muevo por reacciones que me producen las palabras de Merida y poco a poco la estoy perdiendo por lo mal que lo estoy haciendo. Me tortura saber que puede que esté rehaciendo su vida, que cabe la posibilidad de que otro hombre haya probado sus labios, que otro hombre haya descubierto su perfecta piel y sobre todo, que otra persona se enamore de ella como yo lo estoy.
Me mata saber que no me recuerda, que estoy haciendo el lelo mientras ella está por ahí como si no tuviera ninguna atadura. Pero no sabe que yo, cada vez que la miro y no puedo tocarla, mi corazón se desquebraja. Por lo que fuimos, por lo que somos y por lo que pudimos llegar a ser si no hubiera pasado lo del accidente. Todo seria mucho mas fácil si ella no hubiera estado en ese mismo momento en la acera esperando a que el semáforo se pusiera en verde y que después, el hijo de puta de su ex, la arrollara con el coche.
Siempre he fardado de mi sinceridad ante las personas. Nunca me ha gustado mentir, pero ahora que tengo que hacerlo día si y día también me está convirtiendo en otra persona. No pienso bien las cosas antes de soltarlas, y estoy en un punto de autodefensa de que si me hacen daño, yo suelto cualquier bordería para contraatacar y así no sentir tanto dolor. Pero sé que no puedo seguir por ese camino, porque me doy cuenta que le hago daño, que la estoy perdiendo y eso es lo último que quiero.
Hoy iba a decírselo, le iba a contar la verdad, pero no he podido, no me dejaba hablar y me ha cabreado. Y como siempre pasa desde los últimos meses, mi cabeza no razona cuando estoy delante de ella. Me convierto en un completo gilipollas cada vez que la tengo cerca.
Salgo del aula con un cabreo monumental y con una erección del quince. Sus palabras "estoy acostumbrada" siguen rondando mi cabeza y me sacan de quicio. Tengo que hablar con Carol, que ella le sonsaque información a Merida sobre sus posibles ligues de los que tanto farda. Por que al principio, cuando me dijo que tenia amigos con derecho a roce no me lo creí. Pensé que se lo estaba inventando para hacerme daño porque yo le había dicho lo mismo, aunque lo mio era y es completamente mentira, solo estaba interpretando a Marco. Pero después de ver lo del sábado pasado, lo cerca que estaban en ese baile, y como le miraba él a ella, me he dado cuenta que si no le cuento la verdad o al menos intento volver a enamorarla la perderé. Me da igual si tengo que darle una paliza a ese tal Alberto, pero él no se va a acercar a ella, no se lo voy a permitir.
Merida
Paso toda la semana triste y meditabunda. Trabajando mecánicamente y sin ganas en la cafetería por las mañanas. Sirvo, atiendo a clientes y pongo cafés sumida en mis pensamientos y de una manera automática por todas las veces que lo he hecho. Y por las tardes no me encuentro con las suficientes fuerzas de ir a las clases de ayuda y me quedo en mi piso lamiéndome las heridas.
Lo único que me levanta el animo es saber que este sábado hemos organizado una cena las cuatro amigas como antaño. Y ahora mismo es lo que mas necesito. Las risas, escuchar otras historias y olvidarme de todo por un momento. Porque ahora mismo no sé que rumbo está tomando mi vida.
***
-¿Estas lista?- me pregunta mi amiga Maria que ha venido a mi casa para ayudarme a decidir lo que ponerme esta noche. He optado por una falda de tubo negra y una blusa roja sin mangas que tiene dos tiras que se atan al cuello.
-Si, vayámonos.
Llegamos al restaurante cinco minutos tarde para no perder la costumbre, pero aún así somos las primeras en llegar. Encontramos una mesa libre en uno de los rincones y en cuanto nos sentamos el local empieza a llenarse. Pedimos unas copas de vino y en diez minutos estamos las cuatro sentadas en nuestros respectivos asientos.
ESTÁS LEYENDO
Que Gane el Mejor (2º bilogía Juego) COMPLETA
RomancePortada realizada por eewriter. ¡¡Gracias!! Merida pierde la memoria por culpa de un terrible accidente. Erik se vuelve loco porque ella no le recuerda. Merida vuelve a opositar. Erik vuelve a enarmorarla.