26 "Editado"

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Merida

Lloro, lloro y lloro sin poder parar de hacerlo. No siento los brazos que ahora mismo me están rodeando para que no pueda acercarme a la sala, no oigo las palabras del enfermero y no veo mas allá de la puerta que ahora mismo me está separando del hombre al que quiero con locura.

-¡¡Erik!! ¡¡Erik!!- grito con todas mis fuerzas sintiendo como ese pitido constante que produce el corazón de Erik me perfora la cabeza. No puedo soportarlo, no puedo.

-Señorita, tranquilícese.

-¡¡No podéis dejarle morir!!- chillo como una loca mientras intento abrirme paso y escabullirme de esos dos profesionales del hospital.

Una de las enfermeras sale por la puerta corriendo y es cuando oigo como el monitor empieza a hacer pitidos repetitivos consiguiendo que el mio también empiece a latir. Erik a vuelto.

-¿Qué es ese ruido?- necesito que me confirmen que estoy oyendo lo que oigo y que no son imaginaciones mías.

-Han conseguido reanimarlo.- en cuanto oigo esas palabras se me escapa un sollozo lastimero y me tapo la boca con la mano mientras me escurro por la pared hasta el suelo. Los enfermeros, al verme mas tranquila me sueltan y me lo permiten.

Me tapo la cara mientras lloro como una niña pequeña, soltando todo el estrés, el miedo y la angustia de las últimas horas. Dándome completamente igual quien pueda verme en ese estado, dándome igual mi nariz y mi labio roto.

Unos ruidos que provienen de dentro de la habitación hacen que levante la cabeza asustada, y en cuanto lo hago, todos los médicos que había en la sala arrastran la camilla corriendo para llevárselo a otro lugar. El rostro de Erik está blanco como la cal no dándome buena espina.

-¿A dónde se lo llevan?- pregunto nerviosa por que las caras de los médicos no era de felicidad precisamente- ¿Qué le van a hacer?- y me levanto del suelo corriendo.

-No lo sé. Pero...

-¿¡¡Como que no lo sabe!!?- vuelvo a alterarme.- ¿¡¡Usted trabaja en este hospital!?- y sé que toda mi frustración la estoy pagando con él, pero ahora mismo no tengo paciencia alguna.

-Tranquilícese. Voy a preguntar. Acompaña a mi compañera para que le vea y le cure las heridas.- me explica.- Ahora me acerco a donde está usted y le digo lo que está pasando.- vendita paciencia no tienen los que trabajan en el hospital.

Hago lo que me dice por que puede ser que se lo hayan llevado para hacerle algunas pruebas y yo esté aquí dando un espectáculo. Sigo a la enfermera hasta una sala con las paredes blancas, varios escritorios llenos de artículos de medicina y varias camillas apiladas unas al lado de otras que solo están separadas por una cortina verde. Dos enfermeras mas están atendiendo a otros pacientes y yo me siento ridícula por el aspecto que tendré. Como he podido mientras veníamos, me he hecho un nudo en la camiseta que llevaba queriendo taparme todo lo posible ya que Ian me la rompió. Pensar en él me crea un escalofrío que no puedo ocultar. 

Mi acompañante me lleva hasta una camilla para que me recueste. En cuanto vuelve lo hace con una bandeja llena de gasas, algodón, guantes, tijeras... Me dedica una sonrisa que me tranquiliza y decido serenarme para que ella pueda realizar bien su trabajo.

Me limpia la cara, los brazos y las manos de sangre. Examina detenidamente mi nariz, haciéndome daño, para ver si está rota, que no lo está. Mira mi labio y me lo cura con alcohol haciendo que suelte una palabrota, y me hacen una placa de mi muñeca izquierda. A todo esto sin tener noticias de Erik que está consiguiendo que esté a punto de subirme por las paredes.

En cuanto vuelvo de hacerme las placas, me cruzo con el enfermero que sale de la habitación de las curas. Mi corazón galopa desbocado en cuanto lo veo. Por favor que me diga algo bueno, por favor que me diga que esta bien.

Que Gane el Mejor (2º bilogía Juego) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora