34 "Editado"

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Erik

Solo oír salir las palabras "Hola Alberto" de la boca de Merida hacen que me incorpore de un salto del colchón. Mi cuerpo se llena de rabia y busco desesperado mi ropa para vestirme y salir a su encuentro. Tengo que dejarle claro que ella ha elegido y que no es precisamente a él.

Agradezco que Merida lleve  mi camisa puesta porque, hablando mi parte cavernicola, es una manera de haber marcado mi terreno. No se si me entendéis.

Llevando solo los pantalones, salgo al pasillo y me dirijo a la puerta en donde se encuentran los dos. No puedo evitar sonreír como un idiota o con arrogancia mientras camino hacia ellos sabiendo que he ganado y que Merida quiere estar conmigo. No me pasa desapercibido el cambio en el semblante de Alberto en cuanto me ve, ni como Merida desvía su mirada con culpabilidad en cuanto me coloco a su lado.

-Hola Alberto. ¿Qué haces aquí?- le digo con toda la educación del mundo pero con un poco de orgullo. Paso mi brazo por encima de los hombros de Merida y veo como Alberto frunce sus labios creando una fina linea.

-No sabia que estabas ocupada.- le dice a Merida pasando olímpicamente de mi saludo y prácticamente haciendo como que yo no existo.

-Si. Tenias que haberme avisado de que vendrías.- le dice y yo me pongo alerta. ¿Aún mantienen el contacto? ¿Está saliendo con él? ¿Cómo que aún se ven? Los celos aparecen en mi cuerpo arrasando con todo lo que se encuentran a su paso, pero reuniendo toda la fuerza que tengo me mantengo en calma y espero a que ella le deje claro que ahora está conmigo y que no quiere saber nada de él.

-Lo he hecho. Pero no habrás mirado el móvil.- le recrimina un poco tenso por mi presencia. 

-¿Puedes dejarnos un momento a solas?- me pregunta ahora mirándome a mi. No me hace ni puñetera gracia dejarles solos pero solo mirando su rostro y la suplica que se refleja en sus ojos, me trago todo lo que me gustaría decir en ese momento y solo asiento con la cabeza. Tampoco me gusta que lleve mi camisa sin sujetador debajo. Puedo ver como sus pezones se marcan sutilmente debajo de la fina tela y sé perfectamente que él también los ha visto. Igualmente me doy la vuelta y vuelvo a su habitación para dejarles ese espacio que me pide aunque no me guste. 

***

Merida

En cuanto Erik desaparece por el pasillo, la presión que sentía se esfuma. No me gusta crear estas situaciones y mucho menos sentir ese reto constante entre ellos que casi no me deja ni respirar.

-Lo siento.- y no sé exactamente por qué estoy pidiendo perdón.

-Creía que no querías estar con ninguno.- me dice mientras se mira las puntas de sus zapatos.

-Alberto... Erik y yo llevamos una historia detrás muy intensa. Te lo dije en su día en el hospital. Siempre ha sido él.- y aunque lo diga muy convencida siento una culpabilidad enorme en el pecho. 

-Y yo te dije que yo también podía hacerte feliz.

-No lo dudo. Harías feliz a cualquiera.- y le dedico una sonrisa triste porque siento que esto se parece a una despedida.

-Sabes que no aguanto a cualquiera. A ti te soporto un poco.- me dice sonriéndome de la misma manera que yo lo hago. Tengo ganas de llorar del dolor que veo en su rostro.

-Siempre me he sentido privilegiada al saber que no te caigo tan mal.- una risa triste y que no llega a sus ojos se le escapa y se muerde el labio inferior como si intentara retener lo que quiere decir.

-Te lo tengo que decir por que creo que si no lo digo en voz alta es que no habré intentado todo para que estés a mi lado.- me dice y me temo lo peor.

Que Gane el Mejor (2º bilogía Juego) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora