Capítulo III

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You're just like an angel

En esta ocasión, es una casualidad.

Rey tiene quince años y está examinando su reflejo en la vidriera de un café. Su cabello casi llega a su cintura ahora, y parece particularmente concentrada en el volumen de sus labios, los cuales aprieta con sus dedos. Atrás ha quedado la desnutrición de la infancia, advierte él; seguramente su nueva familia la alimenta bien.

Él no tiene nada que ver con ella; su asunto pendiente está en el hospital que queda a una cuadra de allí.

No obstante, se queda a mirarla un buen rato.

(Ha llegado temprano; nunca llega tarde a sus citas).

Finalmente, Rey entra al café y toma asiento. Minutos luego ya tiene compañía: un chico de vibrantes ojos marrones que se ha sentado frente a ella.

—¿Me esperaste mucho? —pregunta con un tono que él reconoce como sugestivo.

(¿Es este uno de los rituales humanos de cortejo? Se le escapan completamente).

Ella sonríe, y responde:

—Nunca espero a nadie, Poe. Nunca. 

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