Capítulo XV

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I want a perfect body

El que se encuentren en este café no es, por una vez, coincidencia.

Kylo ―¿Ben?― ha decidido acudir por su cuenta, a sabiendas de que encontraría Rey trabajando en su investigación más reciente.

Cuando lo ve, su mirada se ilumina. Kylo esboza una sonrisa tímida y se sienta frente a ella.

―Siempre sabes dónde encontrarme ―celebra ella, porque no hay otra forma de describirlo; está feliz, extasiada―. Para alguien que ni siquiera me ha dado su número de móvil, esto es increíble.

Esto le causa gracia a Kylo. Está al tanto que esa es la manera de Rey de solicitar información.

Empero, esta vez, no puede dársela.

―No uso móvil. ―Es la verdad, aunque la mirada impactada de Rey indique que le cuesta un poco creer en ello―. Es un poco... invasivo, en mi opinión.

Rey apoya la cabeza en una de sus manos y considera sus palabras.

―Hm... Supongo que sí, pero... ¿ni siquiera tienes un móvil corporativo? ¿Cómo sabes si hay una emergencia en tu trabajo?

Todos mis trabajos son emergencias, piensa; emergencias sin finales felices.

―Simplemente lo sé.

Por un momento, la muchacha manda el torso hacia atrás, sorprendida.

―Guau. Qué... misterioso, señor Solo.

Kylo se encoge de hombros sin perder la sonrisa.

―Difícil de explicar.

Rey pasa la lengua por sus labios. Kylo ignora que no debería quedarse mirando el movimiento de forma tan obvia; ese tipo de convenciones humanas aún le son desconocidas.

(O, quizá, podría decirse que no las recuerda, dependiendo de si se habla de Kylo Ren o de Ben Solo).

―Mira... ―dice Rey de pronto, y la mirada de Kylo vuelve a sus ojos de color avellana―, tal vez esto suene tonto, pero creo que eres un completo misterio.

Kylo sencillamente asiente.

―Ahora, a duras penas sé tu nombre, no tienes móvil y, bueno, admito que te busqué en Facebook, en Instagram y hasta Twitter, y no te encontré.

Kylo ignora qué es un féisbuk, un ístagram y un tuíter, así que no comprende por qué esto podría causarle tanta vergüenza a Rey.

―La cosa es... que temo que un día te desvanezcas en el aire y no vuelva a encontrarte.

La sonrisa de Kylo retorna a sus labios.

―A estas alturas, no creo que eso sea posible.

Rey retiene su propia sonrisa y continúa explicando:

―Eso dices, pero un día estás, y luego tardo meses en volver a verte y... Ah... No sé cómo decir esto...

Sus mejillas están de un rojo exquisito, y lucha consigo mismo para no llevar su mano al rostro femenino, sobre alguna de las manos que ella misma presiona contra su rostro.

―La cosa es... La cosa es... ¿querrías venir conmigo a casa esta noche?

Kylo ladea la cabeza levemente. Nota las pupilas dilatadas de Rey, su sonrojo y hasta un leve temblor en su mano.

―No quisiera ―concluye Rey― que te fueras de mi vida como si nada hubiera pasado.

Él finge pensárselo. Finge darle vueltas al asunto en su mente, y finalmente replica:

―Dime la dirección de tu casa y la hora. Allí estaré.

Rey exhala un aliento que Kylo no había notado que había estado reteniendo.

―Bien, ¿quieres un papel para anotar...?

Él niega con la cabeza.

―Solo dime la dirección y la hora. Lo recordaré ―promete.

Los labios de Rey se elevan en una sonrisa.

―Es una calle de nombre Burntwood, numeración 2515, departamento 503.

Kylo da una leve respuesta asertiva y atina a levantarse: si algo entiende de los seres humanos, es que en momentos como estos quedarse solo tornaría las cosas incómodas.

―¡Ben! ―El escuchar su nombre lo hace detenerse antes de atravesar la puerta. Se gira hacia ella, y ve que lo está despidiendo con su mano y una sonrisa (sí, de las que nunca lo cansan)―. Estaré esperando. 

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