Capítulo VI

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In a beautiful world

Es irritante que esto también le duela.

El aceite de motor se desparrama por el asfalto (¿o tal vez es la sangre del chico?).

La mueca en su rostro es grotesca y, aunque a él en sí no le espanta, piensa en Rey, y siente de vuelta una pesadez que solo es empática y, aun así, gigante.

Se arrodilla junto al chico. Sus ojos siguen siendo marrones, pero carecen del brillo que él sabe que poseían antes.

Quiere enojarse con él. Es una rabia que quema, que arde.

Aunque Poe Dameron no pueda escucharlo, él le reclama:

—¿Por qué tenías que conducir tan endemoniadamente rápido?

Pero él sabe que esto es parte de lo que Rey ama (¿amaba? ¿El amor se detiene por cosas así?): el temperamento indomable, esa tonta creencia juvenil de que se es inmortal.

Sabe que está por cometer una estupidez; pese a esto, se ve incapaz de detenerse cuando presiona su mano contra el pecho muerto de Poe Dameron.

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