Capítulo XVI

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I want a perfect soul

El departamento de Rey es pequeño y confortable, ubicado en el quinto piso de un edificio céntrico.

―Estoy feliz de que vinieras. Yyyy francamente impresionada: llegaste sin anotar la dirección y sin GPS.

Rey lo abraza bajo el marco de la puerta, y Kylo se permite cerrar los ojos y devolver el abrazo. Es un gesto humano que no le corresponde recibir ni dar y, sin embargo, aquí está, robando lo que sea que pueda del tiempo que Rey debería estar aprovechando en alguien más.

Cuando se separa, ve justo lo que espera, la razón por la que ha venido hasta aquí: la sonrisa incondicional de Rey.

―No sabía qué te gustaría comer, así que preparé una pizza casera ―lo pone al tanto mientras lo invita a pasar y le señala el sofá para que tome asiento mientras ella finiquita los últimos detalles culinarios―. Es decir, creo que a cualquiera le gusta la pizza. A menos que seas italiano...

Kylo enarca las cejas.

―¿A los italianos no les gusta la pizza?

Rey suelta una carcajada sin poder evitarlo.

―¿Te estás escuchando? ¿La pizza, no gustarles a los italianos? No, no, aman la pizza... Solo que cualquier italiano pensaría que mi pizza es mediocre comparada con una pizza auténtica (entiéndase; italiana).

No sabe qué decir a eso. Rey suspira mientras acerca la pizza a la mesa.

―No me hagas caso, ¿sí? Era un estereotipo tonto, de todas formas...

Él se encoge de hombros y toma asiento en una de las sillas que rodean la mesa cuadrangular. Rey se sienta frente a él, y empieza a cortar la humeante pizza para luego servir sendos pedazos en sus platos. Cuando Kylo lleva el primer bocado a su boca, su expresión cambia completamente.

―Esto está... está...

―Bastante bueno, ¿verdad? ―lo ayuda Rey con un intento de sonrisa malogrado por su boca llena―. Tiene tomate, queso mozzarella, un poco de jamón y ajo. También un poquitito de orégano.

Kylo asiente enfáticamente. Rey no lo sabe, pero es la primera vez que prueba bocado en... una eternidad, posiblemente.

Literalmente, una eternidad.

La velada transcurre con naturalidad: comen, y Rey seca los platos que Kylo lava en retribución por la deliciosa cena. El olor a limpio con el subyacente olor de Rey calma sus sentidos. Se siente normal, aunque nada en él sea normal.

Cuando terminan de limpiar, Rey lo invita a la sala a ver una película y degustar una copa de vino (el vino que ha olvidado servir a la hora de cenar).

―Bien, te lo advierto; es una película algo larga, pero es mi favorita, y realmente no podemos ser amigos si no la ves y, bueno, como te dije, casi nunca te encuentro, así que...

Él gira los ojos (otro gesto humano que ella le ha pegado).

―Solo ponla, Rey.

―¡Ahora mismo!

La película es algo complicada pero, por supuesto, él la entiende a medida que se van desarrollando más y más subtramas en torno a una trama principal. Como la película es, en verdad, larga para estándares humanos (¿dos horas, tal vez un poco más?), Rey termina bebiéndose la botella de vino prácticamente sola.

(La ocasional copa de Kylo no significa nada, puesto que Rey le prohíbe alcoholizarse lo suficiente como para no entender la película).

Casi al final de la película, cuando Sixsmith va en busca de su amor, Robert, mas Robert se esconde de él, Kylo no puede apartar la vista de la pantalla; es increíble la capacidad humana de contar historias.

Es entonces cuando siente el peso de Rey sobre sus piernas. Mira su rostro, el cual lo observa desde su lugar en su regazo que ahora usa como almohada, y escucha cómo Rey murmura en voz baja las líneas que se escuchan en el televisor:

―«Terminé en un frenetismo que me recordó a nuestra última noche en Cambridge. Contemplé mi último amanecer. Disfruté un último cigarrillo. No pensé que la vista pudiese ser más perfecta hasta que vi tu gastado sombrero. Honestamente, Sixsmith, así de ridícula como esa cosa te hace verte, no pienso que haya visto jamás algo tan hermoso. Te miré durante todo el tiempo posible. No pienso que haya sido un error que yo te haya visto primero. ―Una pausa, porque la película se ocupa ahora de otra de las historias. La mano de Rey encuentra un lugar contra su mejilla, y Kylo piensa en Sixsmith y en Robert, y en su amor. Piensa en Rey, y en la estupidez que está cometiendo aquí, pero que realmente no le importa. Entonces, Rey prosigue, sus palabras un eco de las de Robert―: Creo que hay otro mundo esperando por nosotros, Sixsmith. Un mundo mejor, y estaré esperando por ti allí. No creo que permanezcamos muertos mucho tiempo. Encuéntrame bajo las estrellas corsas donde nos besamos por primera vez. Eternamente tuyo, Robert Frosbicher».

No puede hacer más que sonreírle y colocar su mano sobre la de Rey, sus dedos entrelazados como lo más natural del mundo.

Rey cierra los ojos y sucumbe al sueño tranquilo inducido por el alcohol y la confianza.

Él termina de ver la película en silencio.

No se marcha hasta haber depositado a Rey, sana y salva (y muy, muy dormida) en la cama de su dormitorio.

Deposita un beso en su frente.

Y desaparece de su vida.

A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora