Capítulo X

186 25 7
                                    

I'm a weirdo

Rey no es lo que podría llamarse «una chica problemática»: es fuerte, es decidida, es capaz.

Es la estudiante número uno de su universidad, y se gradúa cum laude en la carrera de astrofísica.

Solo esa noche, como festejo, sale a tomar y bailar con sus amigos de universidad.

Él la observa solo porque ha llegado temprano a su destino: todavía faltan horas para que sea el tiempo de la mujer que ha venido a buscar.

Camina al lado de Rey y finge que baila con él. Que él no es una sombra parada en medio de la pista de baile que nadie ve.

Que toma su mano, que siente el perfume cítrico con su nariz pegada a la nuca de Rey, sus caderas contra las suyas, sus ojos fijos en él...

Es una fantasía tonta, un respiro antes de que tenga que volver a su trabajo.

Baila con ella (aunque ella no lo sepa) toda la noche.

Cuando falta apenas una hora para que amanezca, ella se despide de sus amigos y sube a su auto. Él sube a su lado (aunque ella no lo vea), y permanece todo el viaje con la mirada atenta sobre cada una de sus facciones.

Rey está cansada, y él está distraído, así que ninguno de los dos se percata de las tablas de madera en el medio de la calle.

Los clavos preparados en las tablas pinchan las ruedas del auto, y Rey grita a la par que trata de maniobrar para evitar un accidente: se estrella contra una columna y, aunque no le ha pasado nada más que un rasguño en la frente, su respiración está agitada.

Él la mira con el corazón acongojado.

Reconoce el callejón frente al cual han ido a parar, y sabe perfectamente lo que ocurrirá cuando ve a dos hombres correr hacia el auto.

Ella no los ve, tan solo los siente cuando ya han abierto la puerta y la arrastran fuera, la mano de uno de ellos cubriendo su boca.

Él lo observa todo sin palabras, y camina automáticamente al fondo del callejón, ahora que faltan tan solo unos minutos para que sea la hora indicada.

Uno de los hombres patea a Rey en la pierna y ella deja escapar un gemido. El otro la tira al suelo y levanta su cabeza tirando de su característico rodete, lo que la obliga a mirarlo.

—Shhh, perra, shhh. Si te portas bien, prometemos que no te pasará nada. Solo déjanos divertirnos un ratito, ¿sí?

Él sabe que esas palabras no significan nada: o ellos mienten, o Rey los hará enojar lo suficiente para ganarse una muerte llena de vejaciones.

Está escrito; él lo ha leído.

Solo que no había sabido que se trataba de ella.

Es dolorosamente consciente de lo que ocurre: uno de los hombres intenta arrancarle la camiseta, ella le muerde la mano. El hombre pega un alarido; ahora está furioso.

Ahora es cuando la matan.

Y él no está listo para llevársela, no cuando sus ojos relampaguean con la furia de una vida que parece incapaz de acabarse (aunque él sabe que no es así), con toda la rabia y la determinación de una muchacha que ama a las estrellas y que oh por favor quiere seguir viviendo para seguir amándolas.

No sabe lo que está haciendo, se dice, pero la verdad es que lo sabe.

Lo sabe cuando patea al hombre que sujeta a Rey por la espalda, cuando lo obliga a caer al suelo, casi sobre las piernas de la joven, y esto solo lo irrita más, y por eso lo sujeta él del cabello y lo arrastra.

A ver si te gusta.

Una patada en la cabeza es todo lo que necesita y, de alguna manera, sabe que no habrá muerte aleatoria esta vez.

Ha intercambiado, con sus propias manos, la vida de Rey —la Rey que lo observa asustada y sorprendida— por la de este maleante.

Violador. Asesino.

De todas maneras, aunque Rey lo observa sin entender lo que sucede, su expresión no se acerca ni por asomo a la sorpresa del otro hombre, quien no lo mira a él, sino a su compañero, cuyo cuello acaba de quebrarse.

—Fa... Fantasma... —escupe el hombre, y es lo último que sale de su boca antes de emprender la huida.

Rey frunce el ceño, pero él entiende lo que sucede: ha violado una regla distinta esta vez. Cuando trajo de vuelta a Poe Dameron, este ya estaba muerto; no había razón alguna para que él supusiera una disrupción en su vida (todo lo contrario, más bien; gracias a él había vivido, así que hasta podría decirse que había interferido en su muerte).

Pero esta noche ha evitado la muerte de Rey, y lo ha hecho matando a un hombre.

Ha interactuado con los vivos activamente.

Y por ello, Rey (y solo Rey, y tal vez el hombre que ha matado, si hubiera sobrevivido) puede verlo.


A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora