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-Maldita hija de puta te voy a matar igual que a tu madre- gritaba mi padre mientras yo corría por una oscura calle para ponerme a salvo. Mis lagrimas salían sin que yo pudiera evitarlo, el pecho me ardía, me empezaba a sofocar. De pronto él me alcanzó y disparó en mi dirección haciéndome brincar del susto... - No no me hagas daño noo..!

-Pao, tranquila yo estoy contigo- era la dulce voz de Jadiel que dormía a mi lado y ahora lo había despertado con mis gritos.

-Lo siento, es que estaba soñando feo-. Le dije apenada.

-No pasa nada-. Jadiel me abrazó.

Ya casi había amanecido por completo, Jadiel se volvio a dormir después del susto que le puse.
Me levanté e hice el desayuno, me sentía feliz porque después de todo el muy imbécil ya estaba enamorado de mi, tenía mi pase libre para dejar atras mis malas decisiones.

-Que bien huele-. Dijo con una sonrisa.
-Pensé que tendrias hambre así que hice el desayuno-. Le respondí. -¿Como te sientes?-. Le pregunte mientras servía el cafe.

-Feliz porque estas conmigo, hoy si tengo ganas de ir a trabajar, porque ahora tengo la responsabilidad de darte comodidad-. Me dijo mientras me abrazaba.

-No, no quiero ser una mantenida, mi mamá me enseño a no serlo-. Le dije.

-No digas eso Pao, ademas si te vas a trabajar puede que encuentres a tu papá o al escuálido de Santiago-. Dijo soltandome de entre sus brazos.

-Es que no quiero darte problemas-. Le respondí.

-No eres un problema, no trabajarás y no esta sujeto a discusión-. Me respondió. -Mejor vamos a desayunar si no quieres que te de un ataque de cosquillas-. Me dijo Jadiel picandome la espalda.

-Esta bien-. Dije resignada.
-Tu solo ocupate de descansar, vale. Y al rato que llegue nos vamos a cenar-. Me respondió sonriendome.

-Tampoco quiero estar de floja-. Le respondí.
-Y yo no te quiero como sirvienta, cuando llegue el fin de semana hacemos la limpieza entre los dos, ¿como ves?-. Me preguntó pellizcandome los cachetes cual si fueran plastilinas.

-Esta bien, pero ¿me voy a quedar aqui sola?-. Le respondí con miedo, miedo de que mi padre fuera a venir, o peor aun, que viniera Santiago acompañado de Marco, me mataran y después mataran a Jadiel.

-No pasa nada, el guardia de seguridad no deja entrar a nadie que no sea vecino de aqui — sacó una credencial de su cartera — ¿ves? Esta tarjeta la tienen todos los vecinos de aquí, y la tienen que mostrar al momento de ingresar, a mi y a Axel ya nos conoce, por eso Axel siempre entra con facilidad cuando viene a visitarme para ponernos hasta las chanclas, pero ahora que te tengo conmigo eso ya no será necesario-. Me respondió Jaddiel abrazandome.

-¿Tu estaras bien?-. Le pregunte temiendo por su seguridad.

-Claro que estaré bien mi pequeña niña, tengo que estarlo por ti y para ti-. Me respondió y después me dio un beso en la boca, uno muy apasionado. -Te quiero mucho mi pequeña, de todas formas te dejo mi numero para que me llames por si pudiera pasar algo, vale.

-Vale-. Le respondí con una pequeña sonrisa.
-Me voy a bañar, porque se me va a hacer tarde, prende la tele si quieres, ahorita vengo-. Me respondió.

Extrañamente me sentía bien estando con el, me sentía protegida, no quería que algo le pasara, el es mi boleto de pase de salida de mi vida llena de malas decisiones, comienzo a sentir que lo quiero mucho, que lo quiero mas que a Marco cuando recién me obtuvo para él, cuando yo no sabia en que problema me estaba metiendo. En seguida salió Jadiel de la regadera con su toalla envuelta en su cintura, se veia guapo.

OSCURO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora