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Llegué de nuevo a mi celda, no quería hablar con nadie, hasta que llegó Ramirez y otro tipo mas alto que cualquiera de nosotros los presentes en la celda, parecía ser americano acompañados de uno de los guardias, para suerte de nosotros Andrés estaba con el zancudo, así que pudimos hablar sin ser oídos por alguien mas.

–Jaddiel, el es el agente del FBI Jhon Willis y quiere hablar contigo.– dijo Ramirez dándole la palabra a aquel afroamericano que intimidaba con solo verlo. Éste me mostró su placa.

–Tengo entendido que usted es un muy buen elemento para la policía, he venido con el fin de hacerle una propuesta, que nos beneficiará a ambos–. Dijo él agente. –El FBI y la policía del estado México ha estado tras una red delictiva de trata de blancas, y por lo que tengo entendido hay uno de los integrantes de esa red aquí recluso, es él – dijo mientras me mostraba una foto con la información de alguien a quien yo conocía y era de sus protegidos, el zancudo.

–José de Jesús Martínez saldrá en un par de días por buen comportamiento–. Dijo Ramirez.

–Necesito que usted se gane la confianza de José y le pida trabajo como uno de los traficantes, usted será un señuelo para llegar hasta él jefe de esa banda– dijo él agente –Me comprometo a pagar su fianza si acepta él trabajo ¿Que dice?– dijo él agente con una leve sonrisa.

–Te conviene Jadiel, el FBI te estará respaldando por si las cosas se ponen feas–. Dijo Ramirez.

–Le doy mi palabra –. Dijo él del FBI.

–Esta bien, ¿pero en cuanto tiempo estaré libre?–. Dije con inseguridad.

–José sale libre dentro de tres días, mismo tiempo que tiene usted para ganarse su confianza, en cuanto esté dentro del negocio llameme, y le diré que prosigue.– me dijo el agente mientras me entregaba una tarjeta con su número y su nombre.

–Es muy poquito tiempo ¿no lo creen?– dije desanimado.

–Yo confío en ti Jadiel, por eso contacté a mi viejo amigo –. Dijo Ramirez dándole una palmada al agente. –Eres uno de mis mejores elementos de la policía.

–Esta bien, no se como le haga, pero lo lograré.–. Dije animado.

–Bueno Mr. Lopez, es un trato.– dijo el agente. –Es un gusto tenerlo de nuestra parte, nosotros nos retiramos. – dijo mientras se despedía de mi.

–Animo Jadiel, vas a lograrlo–. Dijo mi jefe, Ramirez.

–Ramirez–. Le hablé a mi jefe, este volteó a verme desde él umbral de la entrada a mi celda.

–Dime–. Dijo el con una sonrisa.
–Cuida a mi hijo–. Le dije con tristeza, porque quizás no lo volvería a ver si todo salía mal.

–No te preocupes hijo, el estará a salvo– dijo sonriente y con tono convincente.

Era hora de poner él plan en marcha, salí de mi celda y llegué hasta donde él zancudo.

–¡Vaya..! Llegó mi favorito, toma asiento por favor.– dijo el zancudo haciéndose a un lado para que me sentara junto a el en el suelo. –¿Que te trae por acá?– dijo feliz, quizá porque yo estaba ahí con ellos.

–Me aburrí –. Le dije, levantando los hombros.
–¡Conde..! No seas pelado, dale un churro de mota aquí a mi amigo –. Se dirigió a un tipo con la barba un poco larga. Él tipo me miró furioso. –A el nadie me lo toca eh cabrones–. Se dirigió a los otros siete que estaban con él sentados en él suelo.

–Ten–. Dijo él de barba mientras me daba él cigarro de marihuana.

Lo tomé y comencé a fumarlo despacio.

–¿Y esos quienes eran?– Dijo él zancudo.
–Era mi ex-jefe, estoy oficialmente despedido de mi trabajo. –dije tratando de parecer abrumado y triste.

–¿Donde trabajaste antes de que te encerraran?– dijo el de barba.

–¡Condenado chivo..! ¡Tu siempre con preguntas inoportunas cabrón...!– dijo él zancudo impidiéndome responder. –Jadiel trabajaba para una aseguradora– dijo él zancudo cubriendo mi puesto de trabajo real, me lo gané antes de la visita del agente del FBI.  –¿Y ahora que harás?– me preguntó él zancudo.

–Pues, buscarle por otro lado–. Dije sonando resignado.

–Te ofrezco un negocio–. Dijo con una sonrisa.
–¿De que se trata?–. Dije tratando de parecer muuuy inocente.

–Vamos a entrarle al negocio de la trata de blancas –. Me dijo sonriente.

– Tu no aprendes– dijo otro tipo que se veia mas o menos de mi edad.

–Tu callate, si dices algo ten por seguro que mi gente vendra a cortarte los huevos –. Dijo él zancudo.

Él tipo solo se encogió de hombros.

–¿Entonces, jalas o te ahorcas?–. Me dijo el zancudo.

–Si porque no –. Le dije sonriendo, ya estaba dentro del famoso negocio.

OSCURO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora