Las horas se me pasaban como plastas de mierda, tan densas que podría empaquetarlas y mandárselas a mi peor enemigo, me quedé en la celda, después de mi mal rato no me apeteció salir, los otros presos pasaban en grupos por el pasillo, otros se sentaban a fumarse sus churros de mota. El zancudo se pegó con otros reclusos y se sentaron frente a la celda donde estaba yo, ellos se me quedaban mirando, y eso era molesto. De pronto el guardia entró acompañando a un nuevo interno, era un muchacho como de unos veinte años, tenia cara de espantado, moreno y de estatura media, los demás presos empezaron a chiflar mentándole la madre al guardia, otros cuantos empezaron a barrer con la mirada al nuevo recluso, tenía cara de inocente e iba llorando.
Llegaron hasta la celda donde yo estaba.
-¡Zancudo! ¡Ven!- gritó el guardia.
Zancudo se dirigió hasta la celda.
-Recoge tus pertenencias, te vas a la celda del chaquetas -. Le dijo él guardia.
Él zancudo recogió su cobija, y sus revistas pornográficas seguido de eso salió de la celda, no sin antes guiñarme un ojo y lanzarme una sonrisa pervertida. Por fin me había liberado de el.
-Esta va a ser tu celda hijo-. Le dijo él guardia al muchacho que miraba al suelo con los ojos llenos de lágrimas. Seguido de eso el guardia se retiró.
Él muchacho se quedó parado con su cobija bajo el brazo mirando al suelo.
-¿No vas a acomodar tus cosas?-. le pregunte.
Él solo me miró lleno de terror.
-Bueno si quieres te puedes quedar en la parte de aquí abajo y yo en la parte de arriba de la litera -. Le dije.
–Yo soy inocente – me dijo sollozando.
–¿Porque estas aquí?– le pregunté.
–Porque me acusaron de un asesinato que no cometí –. Respondió. –¿Y tu?– dijo limpiándose los mocos con la mano.–Yo tuve un accidente en mi auto hace cuatro meses, el otro conductor murió y su hermano levantó cargos en mi contra–. Le respondí.
–¿Como te llamas?– preguntó.
–Jadiel. ¿Y tu?.
–Me llamo Andrés.Él chico dejó sus cosas en la parte baja de la litera, y yo me mudé a la parte de arriba. Pegué la foto de Paola en el techo, para así verla siempre antes de dormir y al despertar, imaginando estar con ella y verla siempre al acostarme, como antes de mi accidente.
Se pasaron las horas y nos llamaron para comer, mi nuevo compañero me animó a salir de la celda, diciendo que tenía mucha hambre y que no quería ir solo al comedor.
Llegamos al comedor en la puerta de éste había dos guardias, las mesas eran largas el lugar estaba repleto de reclusos, tomé un pan de una cesta, la verdad es que no tenía mucha hambre, mi nuevo compañero tomó una bandeja y un plato y pasó a que le sirvieran u comida, que para nada se veía antojosa, se veía mas bien como él vomito de un perro con moquillo.
Ibamos casi llegando a una mesa de al fondo cuando el recluso que me había puesto la patada en la cara hace unas horas le tiro su comida a Andrés de un manotazo. El recluso empezó a reír y los ojos de Andrés se cristalizaron, le aventé el pan que traía en las manos al recluso y éste se volteó hacia donde mí, caminó hasta mi posición y le tiré un golpe, éste me lo devolvió y yo me lancé sobre de el haciendo que cayera de espaldas al suelo y puse mis manos en su cuello intentando estrangularlo, los otros reclusos solo miraban y gritaban pidiéndole al que estaba abajo de mí que me partiera la cara, el zancudo y su grupo me decían a mi que acabara con él. El tipo sacó una navaja y me hizo un corte mediano en mi mejilla izquierda, aun así no lo solté, se empezó a poner morado y me entró miedo, quité mis manos de alrededor de su cuello y lo comencé a golpear una y otra vez hasta que llegaron los guardias y me separaron de arriba de él, los demás reclusos gritaban de la emoción y otros aplaudían, los guardias les pedían que guardaran silencio, pero éstos no se callaban, mientras que el preso que le habia tirado la comida a Andrés se levantaba y me miraba lleno de odio, uno de los guardias me llevó de regreso a la celda, estaba castigado, sin salir y sin comer.
Paso alrededor de una hora y llegó Andrés sacándose un pan de la bolsa de su pantalón.
–Ten, debes tener hambre –. Me dijo. –Gracias por lo de hace rato –. Me dijo para luego acostarse a dormir.
Me dolía la nariz y ahora él corte que tenía en la cara. Cada que veía a Paola en la foto deseaba pronto salir de prisión para buscarla y escaparme con ella y mi hijo, lejos de Elizabeth, lejos del mundo, donde nadie nos conociera, solo nosotros tres.
Me dormí por un rato, no se cuanto, hasta que escuche que alguien habia logrado abrir la celda.
–Ahora si chamaquito idiota, me las vas a pagar, ¿no habrás pensado que esto se quedaría asi verdad?– Era una voz que definitivamente había oído esta mañana en las regaderas.
ESTÁS LEYENDO
OSCURO SECRETO
Short StoryÉl un depresivo alcoholico que fue engañado por su novia Ella guarda un oscuro secreto que lo llevara a él a enfrentar a la muerte de frente. (Le hice algunos cambios porque a mi parecer esta obra es bazofia, entiendanme, cuando lo hice trabajaba en...