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Me la pasé pensando toda la noche en Paola, me arrepiento de no decirle la verdad cuando empezamos a salir, una semana antes del accidente estuve hablando con Erika, tenía miedo de que pasara lo que pasó ayer, tenía miedo de perderla y terminé perdiéndola por tonto.

–Hola Jaddiel, ¿como estás? – La voz de mi jefe me sacó de mis pensamientos.

–Bien–. Respondí, venía acompañado de otro tipo vestido de traje que no reconocí.

–Él es el detective Juan Carlos Mendoza, los dejaré a solas para que puedan hablar –. Dijo mi jefe dándole una palmada en la espalda al supuesto detective, seguido de eso salió de la habitación.

–El motivo de mi visita es por el accidente que tuvo hace casi cuatro meses, donde el joven Jorge Cruz perdió la vida, a lo que voy, es que su hermano Santiago Cruz ha levantado cargos en su contra, tengo entendido que en un par de horas usted será dado de alta de este hospital, en cuanto eso suceda usted quedará bajo arresto por asesinato, tendrá derecho a guardar silencio y todo lo que diga será usado en su contra, si no puede pagar un abogado el estado le otorgara uno, afuera de su habitación hay un oficial el cual se encargará de llevarlo a su celda correspondiente, que tenga buena tarde joven–. Me quedé helado, esto noe podia estar pasando, terminó de hablar el tipo y salió de la habitación sin siquiera darme oportunidad de hablar.

Dos minutos después entró Ramirez, mi jefe.

–Mi esposa está dispuesta a ayudarte a ganar él juicio, con una condición–. Dijo mi jefe. –Que regreses con Elizabeth, Jadiel disculpame, pero es la unica manera de que no vayas a parar a la carcel, tu sabes que mi esposa es una de las mejores abogadas de México, y no te cobrara ni un solo peso con la condición de que rehagas tu vida de nuevo con Elizabeth y tu hijo–. Dijo mi jefe mirándome a la cara.

–Ramirez, tu sabes como era tu hija cuando vivió conmigo, yo ya no quiero vivir ese maldito infierno con ella–. Respondí casi suplicando.

–No puedes ir a la carcel, los medios nos crucificarán, por favor piensa en él departamento policiaco, me acaban de ofrecer un puesto como detective por mi experiencia y mis años de servicio, si accedes a volver con ella te ascenderé como comandante, ¿Que dices?– dijo mi jefe tratando de convencerme.

–No, prefiero ir a la carcel que vivir con ella de nuevo –. Respondí con mucha seguridad.

–Piensa en tu hijo, por fin estarás con él, si vas a la carcel te perderás muchos años a su lado, ahora es el momento de que lo tengas contigo y recuperes el tiempo que Elizabeth te privó de estar con él – respondió mi jefe, esa respuesta fue como la solución a mi desicion negativa de volver con Elizabeth. Solo pensé en mi hijo.

–Está bien, lo haré por el–. Respondí triste y feliz a la vez, feliz porque estaría con mi hijo y triste porque yo aún amaba a Paola y si regresaba con Elizabeth ella ya no querría saber de mi.

Después de dos horas me dieron el alta para irme del hospital, y como era de esperar, saliendo él oficial que hizo guardia a mi habitación me esposó y me trasladaron a la carcel de la ciudad, me hicieron sus preguntas y actividades de rutina para esas cosas, me quitaron mis pertenencias que en ese momento fueron mis converse, la mitad del dije de corazón que le había regalado a Paola, mi cinturón, y me dieron un uniforme color gris para ser parte de uno mas de los criminales de la carcel. Después uno de los oficiales me condujo por un largo pasillo con celdas a los lados, varios de los convictos sacaban sus manos por entre los barrotes de sus celdas, otros chiflaban mentándole la madre al oficial, otros me decían cosas horribles que me causaron ñañaras como "Eh, niño bonito, ya quiero probar ese culito" agh..! Ojalá pudiera olvidarlo para siempre. Llegamos a una de las ultimas celdas, el oficial me ingresó.

–Aquí te traigo a un nuevo compañero, te lo encargo, no me lo vayas a maltratar como a los anteriores –. Se dirigió el guardia al recluso que yacía acostado en la parte de arriba de una litera fumando lo que parecía ser un porro de mota.

El oficial se retiró cerrando la celda con llave. Ésta era pequeña apenas tenía un pequeño baño que apestaba a rayos, y la litera, las paredes estaban rayadas con cruces, con miembros masculinos entrando a vaginas, con mentadas de madre, con apodos, con insultos, con pentagramas y cuanta cosa te puedas imaginar.

Me recosté en la parte de abajo de la litera, conmigo traía una foto tamaño infantil de Paola, había logrado meterla conmigo sin que los policías se dieran cuenta. Él recluso de arriba se bajó de un salto y se paró a un costado de la litera, yo solo traté de no mirarlo.

–Presentate, no seas pelado–. Me dijo al mismo tiempo que me daba un zape en la cabeza.

–Me llamo Jadiel –. Le respondí mirándolo, era un tipo de mi estatura, mas flaco que yo y con tatuajes cubriéndole los brazos. Tenía unos treinta y tantos años. Tenia cara de haber sido un drogadicto en algún momento de su vida.

–Yo soy él Zancudo–. Me dijo sonriendome. –Me gustas, tu y yo a diferencia de los otros, nos vamos a llevar muy bien.

Aaa que se creen... Yo no soy un tipo de exconvict@, bien que se como es la carcel ¿no? Mas o menos me di una idea, quizás sea peor, nunca he estado ahí ni quiero estarlo jamás n.n ★

OSCURO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora