OSCURO SECRETO

10

Los primeros dos dias dormía en la sala de espera, después el medico me permitió dormir en la habitación donde estaba Jadiel. Axel venía muy seguido a saber de él, su mamá también venía y la histérica de Elizabeth no podía faltar, siempre que venía me amenazaba  con que me iba a quitar a Jadiel, lo decía como si se tratara de un objeto. Después llegó una visita que ni yo misma me esperaba.

–¿Usted es Paola Castillo Martinez?–. Preguntó una enfermera.

–Si soy yo–. Respondí
–La buscan en la sala de espera.

Salí de la habitación de Jadiel, cuando llegue a la sala de espera, cuando vi de quienes se trataba no lo pude creer, mi corazón latía muy rápido, mis manos empezaron a sudar. Era mi papá acompañado de Santiago.

–Pa... Pa..pá, ¿que haces aquí?–. Dije tartamudeando.

–¡Maldita hija de perra!–. Dijo Santiago al mismo tiempo que me dio un golpe. Para mi desgracia no había ninguna enfermera ni estaba él guardia de seguridad cerca.

–¡Que te pasa!–. Le grite.
–¡Tu maldito cerdo mató a mi hermano!– respondió Santiago. –Pero ya levanté cargos en su contra. ¡Lo voy a meter a la carcel!–. Respondió Santiago lleno de ira.

Enseguida llego el guardia de seguridad.

–Señores les voy a pedir que abandonen este hospital –. Les dijo él guardia a ambos. Mi papá abrazó a Santiago y se lo llevó, detras de ellos iba el guardia de seguridad.

–¡Esto no se va a quedar así Paola, tenlo por seguro!–. Gritaba Santiago por todo el pasillo haciendo que la gente lo mirara y de paso me miraran a mi. Yo solo me sobaba la mejilla al mismo tiempo que lloraba. Decidí ir a la habitación con Jadiel.

Comencé a extrañarlo, extrañaba oir su voz, sentirlo cerca de mi, extrañaba sus besos lo extrañaba a él, no se cuanto tiempo mas pueda aguantar así.

Y así me pasaban las horas, solo con la esperanza de que Jadiel despertara, los días se hicieron semanas, y las semanas se hicieron un mes, luego dos. Axel siempre venía  a verlo y a hacernos compañía un rato, luego se iba, lo mismo su mamá y Elizabeth, me daban celos cuando llegaban las dos y me pedían salir de la habitación para que Elizabeth se quedara a solas con él, ella traía flores para Jadiel y cada semana se las cambiaba por un arreglo floral mas bonito que el anterior, su mamá venía a leerle algún versículo de la biblia y después le pedía que la perdonara por darle la espalda, después lloraba como una Magdalena y se retiraba, y así era cada tercer día.

Pasaron tres meses y yo seguia esperando que Jadiel por fin despertara, no me había despegado de ahí ni un solo momento, las enfermeras me sugerían que fuera a casa a descansar, pero yo no lo hacía, yo quería estar presente en cuanto Jadiel despertara, para decirle lo mucho que lo había extrañado y la falta que me habia hecho en él tiempo que estuvo en coma.

Pasaron cuatro meses y él médico decia que ya no tenía esperanza. Llegó una enfermera a decirme que ya no podían tener a Jadiel conectado al aparato que lo mantenía con vida,  que lo tenian que desconectar.

–Por favor, no lo pueden desconectar, puede despertar en cualquier momento –. Le dije a la enfermera que me miraba con expresión de superioridad.

–Lo siento mucho señorita, son ordenes del doctor –. Respondió en tono déspota. – Iré a pedir a la dirección del hospital que avise a los familiares, en lo que vuelvo aproveche para despedirse de su novio –. Respondió al tiempo que cerraba la puerta tras de ella.

–Jadiel, perdóname no pude hacer nada para evitar que te desconecten, gracias por los buenos momentos que me regalaste, gracias por todo.– dije mientras tomaba su mano, no pude evitar llorar, me tapé la cara con ambas manos y me recoste en su abdomen. Pronto él dejaría este mundo para siempre, me había enamorado de él sin querer, y mi oportunidad de alejarme de mis malas decisiones se esfumó junto con la vida de Jadiel.