Durante las primeras semanas de curso, la familia de Amaia vivía con el temor de que Alfred hiciese amiguitos de su edad y se olvidase de su niña, pero pronto descubrieron que eso no iba a pasar.
Ya hacía dos años que los García Castillo habían llegado a Pamplona y no parecía que llevasen ninguna intención de moverse de allí.
Alfred y Amaia se habían vuelto inseparables, era casi imposible ver a uno sin que el otro estuviese merodeando alrededor.
Durante esos años habían llamado del colegio varias veces a los padres de Alfred porque creían que el niño tenía problemas para socializar, ya que le costaba relacionarse con sus compañeros y compañeras.
Después de hablar con su hijo, María Jesús y Alfredo no le dieron más importancia al tema, ya que el niño iba contento al cole, además, según Alfred, no le gustaba jugar con los demás niños porque no le entendían.
Aún así, había hecho una amiga en el cole que se llamaba Mimi, a veces incluso iba a pasar las tardes a casa de Alfred.
Un día, Mimi le preguntó a Alfred porqué nunca podían ir a su casa a jugar, ya que ella también tenía juguetes nuevos que quería enseñarle.
- Porque Amaia no puede ir a tu casa y no podemos dejarla sola, es mi mejor amiga. - Alfred le contestó a la niña con toda la seriedad del mundo mientras removía el contenido imaginario de la olla en la que estaba cocinando.
- ¿Y dónde está Amaia ahora? No parece que quiera jugar contigo. - Respondió Mimi. Para lo pequeña que era tenía bastante genio.
Alfred levantó la mirada de su tarea y contestó con un tono de voz que dejó a la niña helada en el suelo.
- Me ha dicho Javi mientras desayunábamos que esta tarde l'Amaieta tenía médico... y si no hubiese sido porque mi papá había quedado con el tuyo para que vinieras a jugar, ahora podría estar con ella acompañándola.
Desde ese día Mimi no se había atrevido a decir nada más sobre Amaia, porque a pesar de su corta edad, sabía que tenía todas las de perder.
Había llegado el día en que Amaia empezaba el colegio. Ángel le estaba intentando hacer dos trenzas mientras la niña daba saltitos mirando a Alfred.
- ¿Seguro que no voy a ir a tu clase? Sería divertido.
- Ojalá... pero tu irás con los niños nuevos, Amaix. - Respondió Alfred con cariño. - De todas formas nos veremos en el patio. ¡Hay unos columpios geniales! Vamos a poder bajar por el tobogán y todo, como cuando vamos al parque.
Los dos niños caminaron hasta el colegio cogidos de la mano, más contentos que nunca por empezar un curso nuevo.
Una vez en la puerta, Alfred se acercó corriendo a su maestra con Amaia aún agarrada de la mano.
- ¡Mira Isabel! ¡Amaia ya empieza el cole!
Isabel los miró con ternura y se agachó para estar a su altura. Todas las maestras conocían a Amaia porque sus hermanos mayores iban al colegio, pero además, desde que había llegado Alfred, el nombre de la niña había estado continuamente en la boca del pequeño.
- ¡Qué suerte! ¿Estás emocionada, cielo? - Preguntó la maestra dirigiéndose a Amaia.
- ¡Sí! Tenía muchas ganas de venir al cole de mayores, Alfred siempre dice que es súper divertido.
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Ya no puedo inventarlo
FanficDicen que la vida está llena de recuerdos y personas que se asocian a ellos. Amaia y Alfred irán descubriendo que encontrar a alguien que comparta todos los momentos importantes de tu vida es un regalo que no se puede dejar escapar.