Capítulo 1

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Aesa hora parecía no haber nadie en la ciudad. Habíancorrido los dos hasta allí para esperar a la persona que másansiaban ver. Aunque Sarah no le conocía. Hacía buen día. Nubesblancas, rayos de sol. Estaban parados al lado de una señal de stophasta que Sarah se cansó y se sentó. Todo ocurría muy despacio,pasaban los segundos como milenios y ellos miraban hacia delante,atentos ante cualquier movimiento. Estaban en un descampado terroso,no había ni una sola planta. Se encontraban al margen de todo, doshileras de rocas estaban situadas en los laterales del descampado deun par de kilómetros cuadrados. Nunca habían pensado ir allí hastaque recibieron su llamada, se suponía que iban a visitar Beb Al Haraese mismo día pero hubo un gran cambio de planes. Estaban calladoslos dos, ninguno pronunció palabra y se miraban de tanto en tanto.Esperaban que uno de los dos dijera algo para romper el hielo. Alprincipio Adam decía que por culpa de Sarah no se había encontradocon su padre, pero allí estaban, justo después de escuchar lanoticia del siglo. Y pasaron más milenios mientras esperaban en latierra bajo la radiación solar que penetraba en la atmósfera.

Yrepentinamente, apareció desde lejos un hombre, a unos milquinientos metros. Pero ellos lo vieron. Porque un humano puedellegar a tener la vista de lince si está buscando algo algo que leimporte. Y Sarah se puso de pie. Adam empezó a caminar haciaadelante sin mirar atrás.

Habíanllegado los dos a Siria con un mismo objetivo solo que en tiemposdistintos. Sarah, en ese punto no se sentía orgullosa de la forma enque había llegado hasta allí. Adam tampoco. Pero lo habíanconseguido y estaban justo delante de la diana.

Adamempezó a correr con un gran nudo en la garganta, ese nudo que lehabía aparecido dos años atrás cuando su padre desapareció sindejar rastro. Y seguía corriendo. Pero el no sabía por donde andabay tan pronto como puso su pie en el suelo un sistema de autodefensade la población se activó cuando movió su pie para seguircaminando. Y detonó. Ninguno de ellos sabía qué es lo que habíadebajo de sus pies, nadie les avisó porque obviamente no eransirios, solo pasaban por allí, como turistas. Recordaba cuándohabía decidido ir en búsqueda de su padre y Sarah recordaba cuándohabía hecho su decisión. Y en el momento en que detonó la mina nosabían si alguno de ellos recordaría algo más. 

Las cartas de Adam #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora