Llegóa Alepo después de cinco horas de viaje en autocar. La nocheanterior, después de cenar regresó al hostal y se durmió,exhausta. Esa misma mañana cogió un autocar para llegar a Alepo, laciudad donde debería encontrar a Adam. Pasaron por varias ciudades ydesde la ventana del vehículo podía ver a los soldados armadoshasta los dientes cada par de kilómetros. Cuanto más se acercaban aAlepo más grises se volvían los edificios. Cuando llegó a laciudad, lo primero que vio fue una muralla junto a un castillo enruinas con guardias también armados vigilando las entradas. Noentró, solamente lo miró por fuera, se iba a hacer tarde y debíaencontrar un hostal. A lo mejor se iba a quedar un par de días enesa ciudad. Para llegar al edificio donde debía buscar a Adampreguntó por las indicaciones a uno de los guardias que había cercade la muralla del castillo en ruinas. Por el camino encontró unhostal donde entró y dejó todas sus cosas salvo una manzana. Llegóa la calle Khalil Al-Hindawi. Estaba oscureciendo por lo que eledificio parecía mucho más gris y destruido. Delante del edificiohabía una señal de stop y otra señal indicando la dirección haciael centro de la ciudad. Al lado de esta última había un buzón decorreo. Sarah contempló el edificio antes de entrar, parecíadeshabitado. No tenía pintada las paredes por fuera y había grafitipor todas partes, incluso dentro. Sarah entró, decidida a encontrara Adam, pisaba piedras de cemento y subió las escaleras. En elprimer piso no había nadie, ni una sola alma.
—¿Adam?—gritó Sarah mientras cuidaba de no resbalarse.
Nadiecontestó. Tampoco esperaba que alguien lo hiciese.
Subióal siguiente piso. Solo podía oír el ruido del viento que entrabapor alguna ventana o agujero. El edificio estaba en ruinas, no habíaninguna puerta cerrada y probablemente se podría encontrar un par deratas buscando alimento.
Siguientepiso.
—¿Adam?—esta vez bajó la voz.
Oyóun ruido. Y no era de ratas. Había alguien tras alguna puerta. Sarahparó en seco. Después de estar parada un par de segundos se acercóa la puerta que tenía más cerca para ver si encontraba alguien.Abrió la puerta, miró hacia la derecha y hacia la izquierda y derepente una mano le tapó la boca desde atrás.
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Las cartas de Adam #Wattys2018
LosoweSarah, una chica de dieciséis años, se acaba de mudar con su familia a un barrio de Mostganem, en la Villa Verde. Un día cualquiera le llega por error una carta de Adam, un chico que va en búsqueda de su padre. Este, decidido a no volver a casa sin...