Capítulo 17

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Brahim,Amir, Ben-Issa y Adam fueron a buscar a Salim, el cabecilla. Debíanhacerle de guardaespaldas cosa que Adam creía que era más queinútil pero no podía negar ninguna orden siempre y cuando seguíaqueriendo llegar hasta su padre.

Llegaronal edificio, Adam aparcó el coche y los demás se adelantaron yentraron en el edificio. Salió del coche y cerró la puerta de éstetras él.

Cuandollegó donde estaba Nejm-Eddine todos estaban callados. Vio una chicade espaldas junto a él y parecía que le estaba atando las manos.

—¿Quiénes esa, Nejm-Eddine?—preguntó Adam abriéndose paso entre sus compañeros. De repente lachica y Nejm-Eddine lo miraron como si fuese de otro mundo.

—Adam...-susurró bajo sus labios esa chica.

Nodebía tener ni veinte años, bien vestida, despeinada. Parecía unaturista que acababa de llegar.

Adamse la quedó mirando. No se había equivocado, le había llamado aél.

—Nopuede ser, me va a meter en un gran lío—pensó para sí Adam.

Adamdio un paso hacia atrás, miró a sus compañeros intentando mantenerla calma. ¿Nadie más se había dado cuenta? Vio el rifle de Haithamen el suelo, apoyado a la pared.

—¿Dóndese ha ido Haitham?— preguntóAdam para intentar cambiarles el tema.

—Marchóa buscar nuevo correo, estabais tardando mucho—respondió Nejm-Eddine.

—Nohace mucho rato que ha llegado, la he encontrado rondando por eledificio. No sé ni cómo ha logrado encontrar este edificio.Pensábamos que alguien la había enviado para espiar puesto que nolleva ningún objeto con ella pero se ve que solo estaba buscando aun chico llamado "Adam"—dijoNejm-Eddine en ruso.

Lachica no debió de entender nada pero cuando oyó su nombre le volvióa mirar.

—Porfin nos encontramos— le dijola chica.

—Debeshaberte confundido— dijo Adammuy nervioso— Aquí no haynadie llamado así.

Adamdio dos pasos hacia atrás y salió de la habitación. Mientrascaminaba hacia las escaleras hacia el cuarto piso oyó a Nejm-Eddinedecir a esa chica que se largase lo más rápido de allí, que si laviese rondar otra vez por esa zona se las vería con él. Subía porlas escaleras cuando pasó la chica por el piso inferior corriendoescaleras abajo. Adam no se lo pensó ni un momento. ¿Quién eraella? ¿Qué hacía allí? Y, ¿Cómo conocía su nombre?

Corriótras ella en silencio. Ella estaba asustada, concentrada en salir deledificio y ponerse a salvo por lo que no lo vio a él detrás. Cuandollegaron al último piso Adam llegó hasta ella y la agarró de lamuñeca. Ella, asustada, intentó soltarse pero cuando lo vio a élse tranquilizó.

—Adam—susurró.

Adam,al escuchar su nombre de nuevo miró si había alguien másescuchando.

—¿Quiéneres? ¿Qué haces aquí?—forzándole la muñeca le preguntó a regañadientes—¿Cómo conoces mi nombre?

Justoen ese mismo instante llegaba Haitham de recoger el correo y llevabauna carta que Sarah había enviado a Adam arrugada en su manoizquierda. Venía gruñendo bajo los dientes y entraba por la puertaprincipal del piso cuando Adam empujó a Sarah tapándole la bocadebajo de la escalera para que no los viera.

—Debesirte— le dijo Adam cuando vioque estaban fuera de peligro.

—Pero...—repuso Sarah.

Seoían pasos. Alguien bajaba por las escaleras. Eran Nejm-Eddine,Haitham y Brahim hablando sobre algo inaudible para los dos presentesbajo las escaleras. Los tres bajaron las escaleras a gran velocidad ycuando llegaron al pie del último escalón se quedaron de pie,quietos.

—Eseniño nos la estaba jugando, nos la han colado. ¡Nos la han colado!Debemos encontrarlo ya! No me puedo creer aún que hayas dejado ir aesa niñata así como así— gritóHaitham.

—Losiento jefe, debería haberla llevado yo a la ciudad pero no parecíatener nada que ver con nosotros—se excusó Nejm-Eddine.

—Jefe,ahora explica el porqué Adam se hizo el encargado del correo—anunció Brahim.

—Exactamente,nos la ha colado mientras se comunicaba con la policía nacional ualgún otro grupo de ataque. ¡Ese cabrón...!—maldijo a regañadientes—¡En marcha! Buscadme a esos dos por toda la ciudad. No deben haberseido muy lejos, no llevaban nada encima, ni dinero, ni teléfonos.

Yde esa manera escucharon todo Adam y Sarah, esperaron a que saliesendel edificio y dos minutos más tarde corrieron ellos dos hacia laciudad, tan rápidos como el viento. 

Las cartas de Adam #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora