Sarahy el camarero conversaron durante más de una hora, se contaronaquello y lo otro, no hablaron de destinaciones, no hablaron decabinas. El camarero admitió que no tenía con quién hablar y porese mismo motivo la llamó. El barco estaba completamente vacío aesa hora, todos los pasajeros estaban durmiendo.
Llegaronlas tres y media y el camarero se despidió de Sarah. La chica fue apor sus pertenencias y subió de nuevo a su cabina. Se echó a lacama y trató de dormir hasta que lo consiguió.
Alas ocho de la mañana sonó el megáfono en tres idiomas diferentes.
—Pasajerosdel Nautic27,la compañía de NavigazziDauradaosdesea los buenos días. En breve llegaremos al destino, Barcelona. Elbufé de la tercera planta queda abierto hasta las ocho y cuarenta ycinco minutos.
Sarahabrió los ojos como platos.
—¡¿BARCELONA?!—gritó desde la litera.
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Las cartas de Adam #Wattys2018
AléatoireSarah, una chica de dieciséis años, se acaba de mudar con su familia a un barrio de Mostganem, en la Villa Verde. Un día cualquiera le llega por error una carta de Adam, un chico que va en búsqueda de su padre. Este, decidido a no volver a casa sin...