Capitulo 18

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Del altavoz del móvil comenzó a sonar una canción, que Alfred rápidamente identificó. Era la canción de Amaia, pero la versión anterior a que él le hiciera el arreglo. Con la vista perdida al frente, intentó mostrarse serio, atento a lo que escuchaba, pues sentía la mirada de Amaia fija en su rostro, como si tratara de averiguar algo.

Amaia se había quedado observando a un pétreo Alfred, que prácticamente ni pestañeaba, solamente cuando había escuchado los primeros segundos de la canción había dado un pequeño respingo, pero no se había movido ni un ápice después. Ni siquiera había hecho esos gestos tan característicos de él de balancearse de un lado a otro, o mover la cabeza hacia los lados mientras abría y cerraba los ojos. Todos ellos indicadores de que estaba sintiendo la música. Amaia mantenía la mirada fija en él, no quería dejar de mirarlo, sabía que aunque no se moviera, ni dijera nada, reconocía lo que escuchaba.

- ¿Y bien? ¿qué te parece? – preguntó Amaia cuando la canción se terminó guardando el móvil en el bolsillo.

- Esto... - Alfred no sabía qué decir exactamente – esta bien, ¿no? – le dijo muy bajito desviando la mirada de los ojos de Amaia que no dejaban de observarlo.

- ¿Tú crees? ¿No sientes cómo si le faltara algo? – le volvió a preguntar entrecerrando los ojos, fijándose en la expresión de su cara.

- Bueno... quizás tienes razón, a lo mejor le falta algo – le contestó Alfred respirando entrecortadamente, poniéndose nervioso al sentir a Amaia tan cerca de él mirándolo de aquella manera, y haciéndole esas preguntas.

- ¿Y no se te ocurre qué podría ser? – le preguntó mientras posaba disimuladamente en el brazo de Alfred la mano que hasta ese momento había tenido en la barandilla.

- Pues... así... la verdad... es que... no... no sabría qué decirte – le contesto un cada vez más nervioso Alfred que se trababa al hablar.

- ¡Jo! Yo pensaba que ahora que somos amigos... a lo mejor tú me podías ayudar – dijo con voz apenada Amaia – bueno, quizás puedas ayudarme con esto otro – añadió lanzándole una última mirada mientras volvía a buscar algo en su móvil – Escucha – le dijo mientras reproducía la versión definitiva de la misma canción que incluía el nuevo arreglo que él había compuesto con las sugerencias de Roi. Amaia pudo ver como la cara de Alfred se iluminaba, sus ojos comenzaron a brillar intensamente y nerviosamente se mordía el labio inferior dejando ver sus dos palas separadas que tanto gustaban a Amaia. Estaba claro que reconocía su arreglo, y le gustaba cómo lo había incorporado en la canción – ¿Qué te parece ahora? – le preguntó al finalizar.

- Es increíble... – respondió sinceramente mirándola fijamente a los ojos – de verdad Amaia, es increíble. Siempre supe qué serías una gran compositora. La canción suena muy, muy bien. Me encanta.

- Gracias... pero el mérito no es todo mío. Lo primero que escuchaste, sí... era cien por ciento mío... pero lo que acabas de escuchar, no. "Alguien" – dijo mirándolo detenidamente con suspicacia, la misma que había puesto en su voz cuando pronuncio esa palabra – me facilitó el arreglo correcto, y yo sólo tuve que trabajar sobre él.

- ¿Y no sabes de quién es? – preguntó curioso Alfred, haciéndose el tonto y siguiendo la conversación, mientras nadaba en la mirada de ella y en cómo el pelo se le movía por la brisa de la noche, haciendo que algunos mechones le cubrieran la cara, que ella grácilmente se apartada con su mano.

- Bueno, a veces pienso qué podría ser de alguien en concreto... – dijo estudiando su mirada que en ese momento se empequeñecía curiosa, observando bien el rostro de quien la miraba tan intensamente – ... por lo que me transmite... es como si... – añadió mientras ponía su mano sobre el pecho de Alfred y le daba pequeños golpes – ...me hablara directamente ahí, ¿me entiendes?, pero otras... – bajando la mano y volviéndola a poner sobre la barandilla – ...no sé. Mi hermano conoce al compositor... – dijo desviando los ojos hacia un lado pensando las palabras que iba a utilizar al notar como Alfred había contenido la respiración al escucharla – ...pero, no me ha querido decir quién es, sólo sé que ha renunciado a sus derechos. ¿Qué razón crees que podría tener alguien para renunciar a participar en un disco de un artista? Si el disco va bien, podría ganar mucho prestigio... además, de un considerable dinero – le preguntó.

La magia de la melodía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora