Capitulo 24.2

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Amaia disfrutó el domingo junto a sus amigas. Habían quedado en el concierto de Miriam de celebrar su éxito ese día. Aunque siempre se contaban todo, Amaia prefirió guardarse por el momento su nueva situación con Alfred. No obstante, Ana siempre muy perspicaz, le dejó entrever que algo le pasaba porque la veía con un brillo diferente y más feliz que de costumbre.

El lunes por la mañana Dani esperaba a Amaia en su cocina para ir al estudio de fotografía, y comenzar con los primero shootsde uno de los singles. Mientras se preparaba una taza de café, su amiga buscaba un par de pendientes que quería lucir en las fotos.

— Bueno... ¿me vas a contar qué tal te fue con Alfred el otro día? – le preguntó curioso, al no haber recibido ninguna llamada de su amiga ni ese día ni el domingo para contarle algo.

— ¿Qué quieres saber? – le preguntó Amaia agachada buscando entre los cajones del salón.

— No sé... ¿qué tal os fue?

— Pues nos fue muy bien... ¿contento? — contestó Amaia medio resoplando, escarbando en el cajón dónde guardaba las partituras.

— ¿Eso quiere decir que vais a volver? — preguntó Dani asomándose mientras bebía su café.

— No sé... puede... — Amaia paró de buscar para mirarlo a través de la sala —...vamos poco a poco... tú sabes que lo sigo queriendo... y él me quiere a mi... así que... ¿por qué no intentarlo?

— Me parece muy bien que lo intentéis... entonces... ¿habéis hablado? — Dani vio la cara de su amiga y cómo desvió su mirada de él. Al instante supo la respuesta a su pregunta — Amaia... le tienes que contar lo que pasó...

— ¿Por qué? – le preguntó ella mirando como Dani le daba un sorbo a su café mientras la observaba detenidamente — que se lo cuente no va a cambiar absolutamente nada... no se puede echar el tiempo atrás...

— Pero él debería saberlo... al final... lo que pasó influye en tu vida de hoy y en quién eres hoy... y si él forma parte de tu presente... tiene que saberlo todo...

— Bueno... pero no tiene por qué ser ya... se lo puedo decir... más tarde... — terminó Amaia mientras le daba la espalda a su amigo, que enarcaba las cejas mirando al techo, y volvía a mirar en lo cajones. Encontrando los pendientes que andaba buscando, se giró para indicarle que ya se podían ir — ¡ya está!

Después de pasarse la mañana entre focos de luz, cámaras, flashes, retoques de maquillaje y peluquería, cambios de vestuario y escenografía, y tras haber disfrutado de una comida en uno de sus restaurantes favoritos con Dani, Amaia llegaba al estudio. Ni Marta ni su hermano estaban allí, así que Dani la acompaño a la sala del piano hasta que llegara Manu. Mientras esperaban, Dani se sentó frente al piano bajo la atenta mirada de Amaia, que no le gustaba que tocasen su instrumento. Sin embargo, a Dani le dio igual la mirada retadora de Amaia, y desafiante comenzó a tocar el piano. No era un gran pianista, pero se defendía, después de todo había tenido una gran maestra. Cuando Manu llegó al estudio quince minutos más tarde los encontró jugando a adivinar canciones utilizando el menor número de acordes. Viéndolo lo invitaron a participar mientras esperaban que llegara la hora de la cita de Alfred.

— ¡Hola Alfred! – lo saludó Manu cuando las puertas del ascensor se abrieron. Carlos les había avisado que ya había llegado y que subía en el ascensor. Así que Manu había ido a esperarlo.

— ¡Hola! – lo saludó, mientras le preguntaba extrañado — ¿No sabía que estarías?

— ¿Cómo no iba a estar? — le devolvió la pregunta Manu todavía más extrañado — Se necesita a alguien en la mesa de control...

La magia de la melodía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora