Capitulo 5

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El martes amaneció nublado en Barcelona, y como el día anterior, Amaia fue al teatro para visualizar los ensayos. Ese día ensayaban los artistas de la ciudad invitados por la discográfica, por lo que, quería estar presente para agradecerles a todos su colaboración con el concierto. Cuando llegó al teatro, vio que su hermano y Marta la esperaban en la puerta, y por las caras que tenían no podía ocurrir nada bueno.

- Buenos días – los saludó

- Buenos días – le respondieron ambos, mientras cruzaban la mirada, preguntándose quien sería el encargado de comentarle la situación.

- ¿Qué pasa? Tenéis unas caras... ¿sucede algo? ¿hay algún problema con los artistas? Que por cierto, no se a quien han invitado este año, porque no me han avisado.

- Sí te avisaron, te mandaron un e-mail, pero supongo que no lo habrás abierto, como siempre. En cualquier caso, lo que pasa es otra cosa - comenzó su hermano – y es algo que no te va a gustar. Te prometo que yo me he enterado esta mañana, y Marta también, así que, no nos culpes a nosotros.

- Javier va, pero ¡¿qué tanto es lo que sucede?! – preguntó una ya impaciente Amaia

- Esto es lo que sucede – le dijo Javier, mientras le señalaba con la cabeza el coche que estaba aparcando dónde la había dejado a ella previamente el taxi.

Amaia se giró, para mirar hacia donde le indicaba su hermano, cuando de la puerta del copiloto bajaba un Alfred enfundado en unos vaqueros, camiseta blanca, chupa de cuero y sus gafas de sol. Con paso lento, se fue acercando hasta donde estaba Amaia, Marta y Javier, siendo consciente que no iba a ser el mejor de los recibimientos. Cuando llegó hasta ellos, saludó a Javier con un apretón de manos, le dio dos besos a Marta, de la que guardaba grandes recuerdos, y se acercó a darle dos besos a Amaia, cuando ésta dio un paso para atrás.

- ¿qué haces aquí? – le soltó de manera cortante. Y antes de que Alfred pudiera hablar, su hermano Javier comenzó a explicarle.

- Esto era lo que te tenía que contar, por lo visto, el artista al que habían invitado en primer lugar, no podía venir. Así que, han avisado a Alfred.

- Me avisaron ayer mismo por la tarde – comenzaba a decir Alfred, mientras le entregaban su guitarra y se la colgaba al hombro.

- ¿y no había otro? – le cortó Amaia mientras se dirigía a su hermano – sabes lo importante que es este concierto para mí.

- Al parecer la discográfica ha visto oportuno invitar a Alfred, no sólo porque es de la ciudad, sino porque también está muy involucrado con causas sociales, y éste es un concierto benéfico.

- Ya, pero nos podían haber avisado, y que nosotros dijésemos si queríamos que participara o no.

- Amaia – la corto Marta, al ver que la discusión con su hermano iba a entrar en un bucle que ya conocía, y al que era mejor no entrar – ya no puedes hacer nada al respecto. Aceptaste que ellos tuvieran potestad para invitar a quién quisieran al ser uno de los patrocinadores del concierto, y han elegido a Alfred.

- Esta bien – dijo dirigiéndose a Alfred después de lanzarle una mirada resignada tanto a su hermano como a Marta - si te han invitado ellos, por algo será. Así que... gracias por aceptar. – A fin de cuentas, no podía negar que Alfred siempre había ayudado en causas sociales, y que estuviera en el concierto iba a atraer más prensa, lo que ayudaba a conseguir más becas para más jóvenes. Lo único que preocupaba a Amaia era tener que trabajar con él durante todo lo que quedaba de semana hasta el concierto. Para ella era fácil ignorarlo cuando se reunían todos juntos, levantar barreras cuando se lo cruzaba en algún evento o en la discográfica, pero no sabía si sería capaz de mantener esa pose y esconder sus sentimientos, para proteger su corazón, durante tantos días seguidos.

La magia de la melodía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora