Capitulo 6

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El resto del día había sido tranquilo, no habían vuelto a coincidir a solas, y cuando habían tenido que reunirse por algún aspecto del espectáculo siempre estaban presentes sus representantes, Marta, y demás equipo técnico, además de otros participantes, por lo que Amaia había vuelto a levantar sus murallas, y había conseguido mantenerlas firmes. Aunque, secretamente le había estado observando ensayar, cómo se convertía en otra persona con su guitarra en el escenario. Alfred había elegido un popurrí de sus mayores éxitos, y muchos de ellos pertenecían a la época de 1016, por lo que escucharlos de nuevo en directo provocó escalofríos en Amaia.

Alfred sabía que Amaia lo había estado viendo ensayar desde uno de los palcos del teatro, situado junto al control de luces. Por eso, se había esmerado más si cabía, quería que ella disfrutara, era cómo volver a hacerle un concierto privado, sólo para ella, aunque hubiese técnicos rondando por el escenario comprobando el sonido o su tío, o como cuando componía algo y tenía la necesidad de enseñárselo. Ahora también sentía esa necesidad, no sólo de que le gustara lo que estaba viendo y escuchando, sino de llamar a Manu para poder ir al estudio y grabar lo que le había inspirado y tenía guardado en el teléfono.

El día siguiente había sido largo en Medusa Estudio, Manu había estado todo el día grabando con un nuevo grupo de Barcelona, que querían lanzar su single lo más rápido posible, y habían confiando en él para los arreglos, y ahora llevaba cerca de una hora escuchando el pen drive con el disco que Amaia le había dado. Estaba absorto en lo que escuchaba mientras pensaba cómo le iba a decir que no había encontrado ninguna aguja, que el disco era perfecto, y aun así, ser consciente que ella no iba a estar de acuerdo, e iba a aumentar su frustración; después de tantos años, la conocía, y sabía lo perfeccionista que era con su trabajo. Tan metido estaba en sus pensamientos que no escuchó que habían entrado al estudio, y que una persona lo miraba apoyado desde el marco de la puerta, mientras a su vez disfrutaba de la música que se desprendía de los altavoces. Cuando la canción acabó, comenzó a aplaudir, asustando a un Manu que se sobresaltó ante la intrusión.

- Eh! ¡Alfred! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? – le preguntó un sorprendido Manu, mientras se reponía del susto inicial.

- He usado la llave que guardas en la segunda maceta, la que me dijiste que usara cuando necesitara grabar algo, fuese tarde y tú no estuvieras.

- Ah.. cierto – afirmó un confundido Manu

- Se suponía que ya no tenía que haber nadie aquí por la hora que es, por eso he venido – le dijo Alfred mientras se sentaba a su lado junto al ordenador mirando la pantalla - ¿es el nuevo disco de Amaia lo que estabas escuchando? – le preguntó mientras observaba la carpeta.

- Mmmhhhh... - gruño Manu, mirándolo con cara de pocos amigos – no deberías haber escuchado nada, o por lo menos haberme avisado, ¿cuánto tiempo has estado ahí?

- No mucho

- Alfred, ¿cuánto tiempo? – le repitió la pregunta

- Bueno, el suficiente para escuchar dos canciones, quizás casi tres, creo – le contestó tímidamente, mirándolo con los ojos brillosos como un niño a su padre cuando ha hecho una travesura – pero te prometo que no voy a decir nada - se apresuró a añadir ante la mirada de Manu.

- Más te vale, porque Amaia me puede matar, y luego te mataría yo a ti.

- ¿no crees que sería un poco difícil si ya estas muerto? – intentó bromear Alfred.

- Alfred, no bromees – le contestó Manu, mientras cerraba la carpeta y guardaba el pen.

- Vale, vale. Ahora... tengo una pregunta – le dijo un pensativo Alfred mientras se giraba hacia Manu - ¿qué haces tú con su disco? Si su hermano se entera que se ha filtrado, o peor la discográfica... - Alfred no continuo porque no sabia como explicar en palabras lo que podía llegar a ocurrir.

La magia de la melodía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora