Capitulo 35

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Alfred había salido del estudio con sentimientos encontrados. Por un lado, estaba feliz por cómo había quedado la canción. Cuando decidió trabajar con ese estudio, no estaba tan convencido de que fueran a ser capaces de ayudarlo. Siempre había sido él quien había compuesto sus canciones, no sólo la letra sino también el sonido, la melodía y la imagen que proyectaban cuando se escuchaban. Pero ahora reconocía que nunca se había imaginado llegar a ese sonido, el modo en como habían empastado todos los instrumentos con su voz, y cómo te transportaba por la melodía, habían convertido la canción en algo único hasta el momento para él. Y por otro lado se despedía del estudio con una sensación de tristeza. Durante los horas de trabajo compartidas, había mantenido la esperanza de poder conocer a la persona que lo había estado ayudando. Había guardado la ilusión de que cuando terminaran la canción podrían conocerse. Quería saber quien era ella, que tocaba el piano y lo transportaba, que le había dicho que no le gustaban sus ideas para la canción y le había hecho recapacitar sobre lo que realmente buscaba en la música. Sin embargo, ahora que todo se había terminado ella sólo se había despedido desde su habitación con un "Adiós, Alfred".

— ¡Ey! ¿cómo tú por aquí? — saludó Roi cuando abrió la puerta de su casa extrañado por la visita a esas horas. No era muy tarde, pero los días de semana no acostumbraba recibir a gente por las noches.

— Hola... lo siento por la hora... pero no sabía dónde más ir — respondió Alfred apesadumbrado entrando en la casa de su amigo.

— No pasa nada... ¿qué tienes? — le preguntó preocupado tras ofrecerle algo de beber.

— He acabado la canción... sabes...

— Eso es maravilloso, ¿no? saltó Roi alegre pues suponía que esa era una buena noticia y no entendía el ánimo de Alfred.

— Sí... bueno... más o menos... he acabado la canción contento por el resultado, y quería compartirlo con Amaia, pero cuando he llegado a su casa no había nadie... me he quedado a esperarla y he visto como entraba con Dani...

— Ah... ya entendí... y eso es lo que te tiene así... ¿no? — Roi comprendió la situación y lo que tenía a su amigo así. No sabía bien lo que había pasado, sólo que Alfred y Amaia habían peleado por culpa de Dani. Sin embargo, para Roi no era tan extraña la proximidad de estos dos, pues desde que lo había conocido se había comportado de ese modo con Amaia. Era más que un amigo, o un hermano. Eso lo había podido comprobar él mismo. Sabía la relación tan estrecha que Amaia tenía con su hermano, e incuso con él, a quien consideraba un hermano mayor también. Pero con Dani la relación iba un punto más allá. En ocasiones, los había visto mantener conversaciones sólo con la mirada, privadas entre ambos, pese a estar en una sala llena de gente. Ese tipo de conexión era muy especial.

Alfred que había aceptado con un movimiento de cabeza el comentario de Roi, se quedó un momento en silencio pensativo.

— Tú estas muy unido a Amaia... ¿verdad...? — comenzó Alfred dubitativo

— Para ahí... — lo cortó Roi que intuía las palabras de su amigo — yo no sé lo que os ha pasado... más allá de lo que tú me has contado, porque ella no me ha dicho nada... lo que sí te puedo afirmar... que es lo que intenté decirte el otro día... es que Amaia y Dani no están juntos...

— ¿Pe... pero? Yo los he visto... ¡Roi! — exclamó Alfred — tú no lo entiendes... estábamos tan bien... y ahora... no se separa de él...

— Alfred, no sé lo que tú habrás visto... yo te puedo asegurar que ellos siempre han sido muy próximos... desde que conozco a Dani, siempre ha estado muy pendiente de Amaia... pero ya está...

La magia de la melodía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora