Capítulo 3

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La mañana llegó sin rapidez asombrosa antes de que me levantara tras no haber dormido nada

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La mañana llegó sin rapidez asombrosa antes de que me levantara tras no haber dormido nada.

    Me metí al baño y solo al verme al espejo supe que ya no volvería jamás a ser la misma.

    Mi corazón estaba doblemente roto, en primera por el hombre que amaba y en segunda por el hombre de mi vida. Cody me había minimizado para defender a su padre y lastimado sobremanera.

     No tener su apoyo era lo peor que podía pasarme porque me sentía incomprendida y dolorida por toda esta situación.

    Me senté sobre el inodoro y permanecí mirando la imagen que se reflejaba sobre el espejo.

    Había una mujer de treinta y cuatro años que ya no tenía luz y que su opacidad ponía en duda su valía.

     Salí del baño y me senté de nuevo en la cama viendo la vida pasar sin ser consciente de nada.

    El sonido de la puerta me sacó de mis cavilaciones solo para ver a mi hijo atravesarla con mirada sombría.

—¿Puedo pasar? —dijo manteniéndose parado frente a mí—. Lo lamento ya estoy dentro, pero es urgente que hable contigo.

    Asentí y señalé el lugar a mi lado para que se sentara.

—¿Vienes a decirme que no quieres que se  vaya? —inquirí—. ¿No te das cuenta lo que eso me lastima?

—¿Y tú no te das cuenta de que lo necesito? —dijo aún sin mirarme—. Es mi papá y lo amo. No quiero que se vaya. Tal vez puedas cambiar y hacerlo feliz de nuevo.

—¿Yo debo ser infeliz entonces? —pregunté derramando una lágrima—. Lo que me pides es injusto hijo, no solo porque me violentas al no respetar mi decisión sino también porque me lastimas sugiriendo que perdone una falta como la que hizo.

   Mi hijo se quedó callado y observó a su alrededor.

—Pero lo quieres —dijo a modo de defensa—. Tal vez puedas hacer algo.

—¿Yo debo hacerlo?

—El quiere que te pongas bonita para no irse con otra —dijo haciendo que llorara más fuerte—. Puedes hacerlo mamá.

—No —decreté con autoridad—. No lo haré porque me duele flagelarme de esa manera. El que ofendió fue él.

—Entonces vete —dijo poniéndose de pie y caminando de un lugar a otro—. Vete de acá si tanto quieres deshacer la familia.

     Me solté a llorar con fuerza antes de mirar a mi hijo incapaz de conocerlo.

—Vete tú —dijo definitivo—. Papá ha sido bueno conmigo y no merece que deshagas la familia sin dale oportunidad.

     Salió de la habitación dando un portazo.

     Seguí llorando desconsolada antes de que me levantara y saliera del cuarto dispuesta a hacer lo de siempre.

Si decido quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora