Capítulo 36

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Cuando solo hay malos recuerdos lo mejor es dejar ir el pasado

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Cuando solo hay malos recuerdos lo mejor es dejar ir el pasado...
Charlotte Maguire.

Dejé el desayuno sobre la mesa del hombre y me retiré después de desearle un buen provecho y me fui dentro.

    Él hizo lo de siempre, comer y verme, seguir cada uno de mis movimientos.

    Pero esa mañana parecía más insistente por lo que mejor me senté a leer haciendo caso omiso.

—¿Eres casada? —preguntó desde su lugar haciendo que dejara de leer.

—No, soy divorciada —respondí con todo impersonal que lo hizo reír.

—Yo también —respondió—. Desde hace mas de un año.

—Bien —dije y continué con la lectura.

—No tienes que estar a la defensiva con los hombres. —Volvió a hablar—. No todos somos malos. Soy un hombre divorciado que quizás no fui el mejor esposo pero trato de ser buen padre. Supongo que haces lo mismo.

—Tal vez solo no me interesa hablar de mi vida privada con un desconocido —respondí—. No quiero ser descortés pero no me gusta hablar de eso.

—Bien —dijo y hubo un silencio—. Podemos hablar de otra cosa, los hijos por ejemplo. Yo solo tengo una, es una niña y suele ser encantadora aunque muy mimada; tiene diez años

    Sin querer me vi riendo al imaginar a la pequeña niña haciendo un berrinche.

—Se tomó muy mal la separación —continuó—, pero nos hemos esforzado por darle mucho amor y bueno intentamos llevarnos bien por ella.

—Me alegra —dije al ver que al menos entre ellos había comunión por el bien de su hija—. ¿Cómo se llama?

—Amber —respondió orgulloso—. Por sus ojos.

—Que bien —respondí—. El mío se llama Cody y es mi único hijo. Es algo mayor que su hija y también se tomó mal la separación pero ahora ha madurado y lo ha superado.

     Un silencio se extendió entre nosotros antes de que nuevamente abriera la boca para decir algo pero mi madre entró en ese momento para saludarme.

    Dorian, como dijo llamarse solo se puso de pie y pagó su consumo antes de despedirse.

—Hasta mañana Charlotte —dijo y yo asentí.

—¿Quién es? —preguntó mi madre cuando el hombre salió.

—Un cliente que viene diario y platicaba conmigo.

    Enarcó una ceja no convencida con mi explicación pero solo reí al verla.

—Es verdad —dije suspirando—. Solo hablaba de su hija.

Si decido quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora