Un verdadero amor no muere así como así, como muere cualquier día o como la misma noche y si lo hace entonces solo era una vaga ilusión...
Charlotte Johnson.Me levanté frustrada de sentirme así, inútil e sin valía por lo me repetí una y otra vez que ya no más, ya no más abusos ni más llanto.
Me metí al baño a lavarme la cara y después me fui a la cama donde por supuesto no dormí absolutamente nada pensando en lo que pasó.
Me levanté y me metí al baño donde miré mi cara. Tenía los ojos hinchados, pero lo peor era que tenía en el costado de mi cabeza un bulto infamado y un poco amoratado.
Me miré pensando en como iba a disimular eso. Tenía que usar el cabello recogido y no había manera de cubrirlo ni con maquillaje.
Hice mi mejor esfuerzo para que no se notara pero al ver el gesto de mi hijo supe que había fracasado en el intento.
Me vestí y afortunadamente las mangas del uniforme cubrían por completo mis muñecas.
Hice el desayuno y traté de no abordar el tema para no hacer todo más difícil por lo que no hablamos de eso y decidí contarle lo del trabajo extra y que necesitaría su ayuda para la preparación y aunque un poco más entusiasmado dijo que sí, podía ver su rostro serio.
Dejé lista la comida y le dejé las indicaciones de todo antes de irme.
Se le veía enojado aún cuando me despedí de él, tal vez no conmigo pero definitivamente su estado de ánimo había cambiado.
—Tal vez venga un poco tarde hoy —dije mirándolo directamente—. Voy a exigir la manutención que por derecho te corresponde.
Mi hijo no dijo nada, solo asintió y me observó.
Dejé un beso sobre su mejilla justo cuando Elinor estacionaba frente a la casa. El sonido de su auto era inconfundible y apenas me asomé por la puerta bufó ofendida.
—Nunca puedo llegar de sorpresa —dijo moviendo estrepitosamente su negra cabellera—. Voy a cambiar de auto.
Sonreí ante su berrinche antes de verla, era hermosa y con una vida perfecta.
Elinor siempre había sido linda con sus enormes rulos y sus grandes y hermosos ojos. Tenía una manera única de hechizar a la gente no solo por su figura estilizada y su tez morena clara sino porque sus labios y sus ojos eran demasiado expresivos.
Ambas habíamos sido totalmente opuestas, donde ella era morena yo era rubia, alta y yo menuda, ella de cabello rizado y el mío lacio, en fin habían tantas diferencias en ambas que era imposible no preguntarse cómo dos personas tan opuestas podían ser tan amigas. Y es que para nosotras no importaba, nos amábamos tal cual.
ESTÁS LEYENDO
Si decido quedarme
Literatura FemininaCharlotte Johnson ha pasado los últimos diecisiete años de su vida viendo matrimonios desmoronarse, hijos descarrilarse y ella se pregunta el porqué, sobre todo cuando ella tiene un hijo modelo, un esposo admirable y un matrimonio ejemplar. Con...