Capítulo 20

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Es la oportunidad de ver un nuevo amanecer lo que hace que las flores seduzcan al sol cada día

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Es la oportunidad de ver un nuevo amanecer lo que hace que las flores seduzcan al sol cada día...
Charlotte Maguire.

Sus labios se movían sobre lo míos invitándome a participar.

    Coloqué mis manos sobre su pecho como una respuesta de aceptación mientras Aiden guiaba sus manos a mi cintura.

    Me abrazó con fuerza y acarició mis labios con los suyos.

   Dejé que su lengua se enredara con la mía en lo que parecía la unión más perfecta que podía existir en el universo.

    Sus labios fueron para mí una forma de entender el mundo.

     Enrollé mis brazos a su cuello y él profundizó el beso hasta que simplemente no pude pensar más en nada que no fuera él junto a mí.

    Nos separamos cuando fue imposible continuar pero aún así continuamos en la misma posición.

    Ninguno dijo nada, yo no quería decir algo que terminara con la magia del momento y él no hablaba más tal vez porque simplemente no quería.

—Creo que debo ir a casa —dije y él comenzó a reír por lo bajo—. Es tarde.

—Está bien —dijo tomando mi mano y dejando un beso—. ¿Te parece bien mañana a las nueve?

—Me parece perfecto —dije agachando la vista—, pero preferiría que me dijeras a dónde para saber que usar.

—Lo que lleves estará bien —respondió—. Siempre luces preciosa.

—Eso no es verdad —repliqué—. Mentiroso.

—Sí es verdad —contraatacó—. Al menos para mí lo es, te vi la primera vez en la oficina y me gustaste sin maquillaje y con lo que llevabas puesto, te vi con el uniforme y maquillada y me seguiste gustando y por último pero no por ello menos importante, te vi en tu casa recién levantada, sin maquillaje, con el cabello revuelto y la ropa holgada y aún así quería quedarme para seguir viéndote.

    Me sonrojé al escucharlo y recordar la vez anterior después del primer beso, me había encontrado con el peor aspecto después de haber llorado y sufrido toda la noche.

     Sonreí de nuevo y dejé que condujera en silencio hasta la casa, apenas llegó me despedí y dejé que abriera la puerta para que saliera.

     Se paró a un solo palmo de mi rostro para despedirse.

—Te veo mañana —dijo poniéndome nerviosa—. A las nueve.

    No dije nada porque me sentía extraña, como si estuviera volviendo a empezar como cuando era adolescente siento cortejada y yo era una señora que no tenía que andar con estos nervios.

Si decido quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora