Capítulo 31

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No hay intermedios, o se es bueno o se es malo pero no hay lugar para indecisos y tibios

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No hay intermedios, o se es bueno o se es malo pero no hay lugar para indecisos y tibios...
Charlotte Maguire.

Colin se acercó colérico hacia mí y sin dudarlo me asestó una bofetada antes de que mi hijo se interpusiera e intentara pelear con su padre.

    Fue lanzado a un lado mientras yo tomaba lo primero que encontraba a mi paso.

    Un pequeño florero era mi única arma pero no parecía suficiente.

     Se acercó hasta a mí y de un solo tirón me quitó el florero lanzándolo al suelo antes de apretar mis brazos y después cerrar las manos en torno a mi cuello.

—Desgraciada —dijo apretando fuerte—. Has destruido nuestra familia.

     Vi a Cody tomar el teléfono y marcar suponía a la policía.

—¿Qué ganas con hacer daño? —dijo soltando mi cuello y agarrando mi cabello tirando de él.

—¡Te pedí una nueva oportunidad! —gritó tan furioso que creí que me mataría—. ¡Pero solo has querido destruir la familia siempre. Has estado de zorra de un hombre a cambio de dinero y has convertido a mi hijo en un marica!

     Cody se acercó para liberarme pero de nuevo fue lanzado por su padre que para estar ebrio parecía poseído con tanta fuerza. Me levanté para buscar algo para defenderme pero tomó mi tobillo y me arrojó al suelo golpeando mi rostro en el piso y rompiendo mi labio.

    La sangre comenzó a manar de mi boca antes de que sintiera el primer puñetazo en el rostro.

    Me tomó de la barbilla.

—¡Me he quedado sin nada! —dijo con su asqueroso aliento sobre mí—. ¡No solo tengo que darte pensión, la mitad de todo lo que construí en diecisiete años, sino que también debo tener visitas controladas, estar lejos de ti, pues que nos lleve el diablo a los tres! Ya no eres mi Charlotte, dejaste de ser mi muñeca bonita cuando envejeciste pero al menos era modosa y obediente. Ahora no eres mas que una puta que responde por todo. ¡Contéstame ahora! ¡Vamos! Dame pelea ahora.

    De donde sea que hayan salido las fuerzas lo agradecí pues apoyándome en mis pies lo empujé con fuerza hasta tirarlo y levantarme a prisa corriendo hacia mi hija que tocaba su cabeza.

—Vámonos —dije llorando—. Vámomos Cody.

    Aturdido se levantó pero cerraba los ojos y solo entonces me percaté de que sangraba. Mi hijo estaba herido y yo tenía que sacarlo de ahí.

    Colin se levantó furioso y con un grito de furia corrió hacia nosotros, tanto que lo único que pude hacer es lanzarle lo que había en el camino.

    Cody pesaba y parecía que se desmayaría en cualquier momento.

—Te voy a enseñar como se trata a tu marido perra —dijo acercándose.

Si decido quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora