Ni ju nana (27)

1.2K 165 218
                                    

Tierra de los muertos

Primero de noviembre.

Día de los muertos

Tadashi había despertado temprano para tender su cama y bajar las escaleras rápido, fue a la cocina y tomo una manzana, como cada mañana, se la empezó a comer mientras activaba a Baymax tres y lo dejaba salir a caminar por la tierra de los muertos.

El robot había quedado como una copia en miniatura de Baymax, cuando lo activo noto que, a diferencia del original, este no había tenido fallo alguno, desde el primer intento salió demasiado bien.

Silbo a lo que su alebrije llego volando y se acomodo en su cuello, con el tiempo habían logrado congeniar y ahora se llevaban mejor claro, siempre y cuando Héctor no estuviera presente o el alebrije lo trataba mal.

Se termino su manzana y salió de la casa con el alebrije en su cuello, camino a la casa de Héctor y toco la puerta como todos los días, el catrín salió ya listo y le dedico una sonrisa que él correspondió al instante antes de que el alebrije saltara al sombrero del catrín y se quedara a dormir ahí.

—¿Nos vamos con el resto, papá malvavisco?

El menor se tapó el rostro avergonzado —Deja de decirme papá malvavisco, Héctor —Pidió

—¿Por qué? Si eres el papá de dos malvaviscos, así que eres el papá malvavisco

Le dio un golpe no tan fuerte en su brazo antes de tomarlo del rostro y besarlo haciendo que el mayor quedara atontado y empezó a caminar sonriente a o que el mayor le siguió.

—¿Me seguirás diciendo papá malvavisco, Hector?

—No Tadashi —Respondió aun atontado

Sonrió para llegar a la casa de los Riveras con Héctor detrás de si para empezar a ayudar con los preparativos de día de muertos, toda la familia sabía que Miguel iba a visitar a Héctor por lo que el catrín no cruzaría el puente de nuevo, el resto de la familia saludaría al pequeño antes de cruzar el puente y ver a la familia.

Héctor había decidido ayudar a dejar la casa lista para recibir a su tataranieto, ya habían pasado dos años que no lo veía y ya lo extrañaba demasiado.

Y claro, Tadashi había acompañado al mayor y ayudar a la familia de Héctor.

Empezaron a ayudar y, cuando nadie veía, se tomaban las manos y llegaban a darse cortos besos, la mayoría dados por parte de Tadashi, ambos eran felices con esas muestras de afecto que transmitían todo el cariño que sentían hacia el otro aunque aún no dieran por sentado su relación.

(...)

San Fransokyo

Miguel había salido de la preparatoria y había corrido a la florería a recoger su encargo sin notar la presencia de un segundo.

Hiro lo estaba esperando recargado en el poste de luz y al verlo correr le siguió como pudo hasta llegar a una florería, frunció el ceño antes de esperar al moreno en la salida mientras veía su teléfono verificando que su jefe no iría a molestarlo.

El moreno salió minutos después con un gran ramo de flores de cempasúchil y empezó a caminar hacia su departamento ignorando la presencia del más alto.

—¿Para que son esas flores, Miguel? —Cuestiono el azabache caminando a su lado

—¿Eh? ... oh, hola Hiro —Saludo con una sonrisa — son para la ofrenda

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora