Ni-ju yon (24)

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Pasaron los meses como un parpadeo, cuando menos se dieron cuenta ya era de nuevo el O-bon matsuri.

Tadashi estaba ilusionado de este, este era el bueno, el año pasado debió haber sido una confusión, pero este año si podría cruzar, debía cruzar.

Este sería su segundo año en la tierra de los muertos y ya extrañaba a su tía, a su hermano, a sus cuatro amigos, a Baymax...hasta a Mochi, ese gato regordete que rasguñaba sus hojas, lo extrañaba.

Salió de su casa con su alebrije en brazos para ir a ver a Héctor cuando vio un pedazo de papel tirado, se agacho y lo levanto revisando que era con cierta curiosidad para darse cuenta que era una fotografía suya, la misma que le habían entregado el primer día que estuvo ahí.

La guardo en el bolsillo de su pantalón, no quería que se perdiera por accidente, para después salir mientras acariciaba el pelaje de Baymax.

Camino unos cuantos metros para tocar la puerta sin recibir respuesta alguna, recordó que el mayor tenía sueño pesado por lo que abrió la puerta y entro en silencio examino el lugar de reojo para ver a un bulto de huesos, que conocía tan bien, en un sillón marrón algo desgastado, dejo en el suelo a Baymax para acercarse en silencio al mayor y tirarlo del sillón haciendo que despertara de golpe.

—¡Puta madre!

Rió suavemente mientras veía al catrín levantarse para verlo con el ceño fruncido y acercarse, solo pudo sonreír con timidez tratando de que así no recibiese un reclamo o algo por el estilo.

—Buenos días Héctor

El mayor bufo para sonreír un poco, siempre caía con ese truco del Hamada —Buenos días chinito

El día transcurrió tranquilamente hasta que llego el atardecer donde Tadashi llevo a rastras a Héctor para que lo acompañase hasta cruzar el puente, alegando que ese año le iría bien y el Rivera, con cierta incomodidad en su ser, le acompañó.

Héctor no estaba muy cómodo en que fueran, Miguel aun no daba señales de vida por lo que había la gran posibilidad de que, o no hayan logrado convencer a su nieta Elena o, que la haya convencido pero que ese tal Hiro no hubiese puesto aun así el farol

Llegaron a donde se hallaba la esqueleto del año anterior y, como hace un año, examinaba a Tadashi como tratando de recordar donde lo había visto antes.

—Tadashi, ¿y si mejor vamos por tacos? — sugirió nervioso mientras le jalaba del brazo, tratando de que este cediera a su súplica

—No Héctor, yo quiero ver a mi familia —Replico el japonés, le dio a Baymax para ir con la esqueleto con una sonrisa tímida mientras el felino gruñía.

—H-hola de nuevo

—Hola, vamos a ver si tiraron tu farol esta vez

Espero pacientemente para oír un ruido en la máquina, el mismo que el año pasado.

—Lo siento, no lanzaron tu farol este año tampoco —Se disculpo la esqueleto

—¡Debe haber un problema! ¿un fallo tal vez? —La desesperación se hizo presente en Tadashi, tomo a la mujer de los hombros pidiéndole o, más bien rogándole, que volviera a hacer el análisis mientras que esta trataba de pulsar el botón para llamar a las autoridades pero Héctor tomo del brazo a su destinado y se lo llevo de aquel sitio sin antes disculparse.

Este año tampoco podría cruzar, Héctor solo pudo consolar al nipón que lloraba desconsolado.

Tadashi negaba aquel pensamiento negativo que le invadía, su familia no pudo haberse olvidado de él.

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora