Ni jû kyu (29)

1.3K 177 243
                                    

Día de muertos

San Fransokyo

Después del incidente que ocurrió en el Obon Odori, Miguel y Hiro se habían distanciado.

Miguel quería demostrarle que eso era una tontería, que él jamás se había enamorado de alguien que no fuera Hiro y demás pero Hiro no lo escuchaba.

Miguel se estaba desesperando, no creía que Hiro tendría una actitud más infantil de la que alguna vez conoció en esos años.

Era día de muertos, ya había puesto la ofrenda para sus familiares y había hablado con toda su familia que estaba en México, los extrañaba pero sabia que debía seguir su camino. Ese día salió temprano de la preparatoria, a sus diecisiete años ya casi terminaba la preparatoria y podría entrar a la universidad de musica de San Fransokyo para ser un gran músico.

Vio al otro lado de la calle mientras se despedía de sus compañeros para verlo vacío, sólo suspiro deseando que mágicamente apareciera el mayor con su motocicleta y se fueran a su departamento entre risas, pero esto era la vida real y Hiro no vendría por él, se acomodó la mochila para caminar hacia su departamento.

Hoy seria su última oportunidad de que el nipón cambiase de parecer, solo esperaba que su familia muerta no lo matará por lo que haría.

Llego a su departamento y abrazo a su adorado perro para entrar a este siendo seguido por Dante. Hizo su tarea con rapidez para preparar su mochila con las cosas del día siguiente, se acomodo la guitarra de su papá Héctor en su espalda y salio de su departamento con Dante siguiéndole.

—Vamos a buscar a ese chino mamón, Dante

El can ladró en señal de afirmación para caminar buscando al mayor, solo tenían hasta el anochecer para encontrarlo y el tiempo corría demasiado rápido.

(...)

Por horas el moreno busco con desesperación al japonés pero era como si se lo hubiese tragado la tierra. Se sentó en una banca cansado para recuperar fuerzas mientras en el cielo se llegaba a apreciar el atardecer.

Suspiro derrotado para volver a caminar hacia donde estaba el cementerio, quería disculparse personalmente con el hermano de Hiro por no poder ayudar en nada, se sentía un inútil.

Iba a decirse más cosas y mentarse la madre cuando vio al mayor, se persignó agradeciéndole a la virgen de Guadalupe para correr hacia donde él estaba, ahora si creía en las vitaminas.

—¡Hiro Hamada!— grito para tomarlo del brazo

Se imaginaba una reconciliación linda con flores y corazones por todos lados mientras dos ángeles en pañales dejaban un arcoiris a su alrededor, pero en cambio recibió un puñetazo en la boca haciendo que soltara al mayor y se cayera al suelo.

No volvería a comer esos pulpos de dudosa procedencia, estaba más pendejo de lo normal.

—¡Vete a la mierda imbécil! —grito el mayor para empezar a caminar

Pero no, ahora si se había ido el amable Miguel Rivera, no dejaría morir a alguien por las chingaderas que hacía su estúpida alma gemela.

Se levanto y lo tomó del brazo con fuerza y empezó a caminar ignorando las quejas del mayor.

—¡Sueltame baka!— grito el mayor tratando de zafarse — ¡te demandaré para que te pudras toda tu vida en la cárcel!

—Me vale madres, tu vendrás de a webo conmigo a menos que quieras que yo te rompa tu maldita cara de chino hermoso — dijo molesto

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora