Final (30)

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Bon Odori

San Fransokyo

Hiro estaba nervioso.

Todo había cambiado desde ese día que fue con el moreno a la tierra de los muertos y vio el estado que tenia su hermano por sus malas decisiones, esa noche había abierto los ojos y le había prometido a su hermano lanzar su farol. Las cosas con Miguel habían mejorado, claro que el moreno una vez salieron del cementerio le dio un puñetazo en el rostro por el que recibió la noche anterior.

Pasaron los meses y el moreno le ayudaba en sus tiempos libres a hacer el farol con todo el esfuerzo del mundo.

Seguía llevando y trayendo a Miguel a la universidad ganándose de vez en cuando un beso en la mejilla o un pequeño golpe en el hombro que lo hacían sonreír cual tonto, cada día se iba enamorando más del moreno.

Hasta que el día de lanzar el farol llego.

Había despertado demasiado nervioso, salió de su casa, tomo su motocicleta y fue a recoger al moreno a su departamento como lo hacia de lunes a viernes, a las seis de la mañana con cincuenta minutos.

Se había planteado varias veces el decirle al menor que se fuese a vivir con él, pero al final nunca lo hacía, la pena seguía siendo mayor, toco el timbre, solo pasaron unos escasos segundos cuando el moreno salió con su mochila en mano y su sonrisa con hoyuelo que lo hacia atontarse unos segundos antes de recibir un pequeño golpe en el hombro de parte del menor que lo sacaba de su ensueño.

—¿Nos vamos Hiro? — Preguntó como todos los días

Solo asintió con suavidad para aventarle el casco y que este se lo pusiera, ambos subieron a la motocicleta, el menor lo abrazo de la cintura y se fueron a la universidad mientras el moreno le hablaba de lo que hizo anoche.

A las siete en punto llegaron a la universidad, el moreno le dio un beso en la mejilla para bajarse de la motocicleta y entrar a la universidad como lo hacía todos los días, dejándole apreciar su figura unos minutos.

Sonreía como tonto mientras veía al moreno hasta que lo perdía de vista, a las siete con diez se iba a su trabajo en Industrias Krei al cual llegaba a las siete con treinta, estacionaba su motocicleta y entraba al edificio mostrando su gafete, subía las escaleras o iba en elevador cuando no había muchas personas, una vez llegaba a su laboratorio se ponía a trabajar en los prototipos de ese día.

Al mediodía salía de su laboratorio e iba a la cafetería por un jugo para posteriormente ir a la máquina de expendios y llevarse todas las gomitas que hubiese en la máquina, volver a su laboratorio y seguir en lo suyo hasta las tres de la tarde.

A esa hora salía de su laboratorio y entregaba los avances o el prototipo terminado, cual fuese el caso, a su jefe y se retiraba del edificio, tomaba su motocicleta y manejaba hasta la universidad.

A las tres con veinte llegaba a la universidad, o a las tres con treinta si había tráfico, esperaba diez minutos al menor y este salía exactamente a las tres con treinta hablando con alguno de sus amigos para dirigirse a él, darle un beso en la mejilla, despedirse de sus amigos y subirse a la motocicleta mientras se ponía el casco.

Una vez lo abrazaba se acomodaba en su cuello haciéndolo sonrojar.

—Hoy hueles muy bien, ¿te pusiste perfume?

—Ya quisieras Miguel

Aunque en el fondo le gustaba saber que el moreno se daba cuenta de ello como todos los días a esa hora, encendía el motor para ir a la cafetería de su tía Cass como todos los días y ambos tomaban un café mientras el moreno hacia su tarea. Aveces de historia, otras de matemáticas o algunas veces de geografía.

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora