Cuando tu corazón sea MIO ♥︎[국민 - Fanfic]♥︎

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Habían pasado sólo unos minutos más, Jungkook estaba completamente confundido y sin saber que decir.
El pelirosa aún estaba sobre él y sus ojos le miraban con un brillo especial.
Comenzó a desabotonar su camisa a lo que Jungkook tomó su mano inmediatamente.

—No hagas esto —habló incómodo—. Seok Jin, vuelve a tu cuarto. Estás borracho.

—¡No estoy borracho!

Jungkook sabía que éste se la había pasado bebiendo durante todo el rato que le había perdido de vista, estas eran las consecuencias del alcohol.

—Jin, por favor.

El pelirosa negó con lágrimas en los ojos.

—Te lo ruego, hazme el amor —pidió—. Sin ningún compromiso.

—¡Ya basta! —le gritó quitándoselo de encima y dejándolo sobre la cama—. No voy a hacerlo, tú te mereces a alguien que te ame —explicó mientras tomaba la toalla de baño—. Sal de mi habitación, por favor —le dijo abriendo la puerta de la habitación.

Seok Jin frunció el ceño.
Entonces se levantó de la cama, volviendo a abotonarse la camisa y salió furioso de la habitación azotando la puerta.

Jungkook bufó de alivio, pero también se quedó navegando entre sus pensamientos. Se metió al baño y dejó que el agua  resbalara por el rostro.

Mañana sería un nuevo día.

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Los rayos del sol entraban por la ventana, recayendo sobre el suave rostro de Jimin, el clima era un poco fresco a comparación del día anterior.
Abrió sus ojos, mirando justamente en el techo de la habitación, sus ojos dolían y por lo que se imaginaba, estos estarían hinchados debido al llanto. Los talló suavemente, no podía creerse las palabras de su hermano y sabía que venían cosas peores, aún más peores.

Y si Yoongi se enteraba de todo, seguramente le odiaría.

Así que decidió darse una ducha rápida, antes de salir a dar una vuelta, pero antes citó a Yoongi en pasaje de los barcos.

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Después de unos 20 minutos, Jimin bajó para desayunar algo antes de salir lo más pronto posible de su casa. Pero en la cocina se encontró con su madre, quien le murmuraba cosas a Jihyun en un tono muy bajo, seguramente, de él.

—¿A dónde vas, Jimin? —preguntó su madre al ver que el rubio tomaba una manzana guardándola en su pequeña mochila.

—A dar una vuelta —respondió sin mirarlos.

—Y lo dices como si fuera lo más normal. ¿Cómo vas a dar la cara después de lo de anoche? —preguntó.

La pregunta que tanto le aterraba.

Era cierto, ¿Cómo podía dar la cara al mundo después de eso?

—¿Tienes idea de lo que van a decir de nosotros? —se acercó su madre hasta él—. Jimin, tú de verdad, tú... ¡Tú no piensas en nuestra reputación como familia! —le gritó.

—¡Claro que lo hago! —le gritó frustrado—. ¡Haría cualquier cosa por ustedes!

—¡Espero que lo hagas! —gritó su madre antes de salir furiosa de la cocina.

Jimin no dijo ni una sola palabra más y salió rápidamente de la cocina.
Había días, en los que simplemente quería desaparecer de la vida de todos.