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Finalmente era otro día.

Jimin ya se encontraba despierto, pero desgraciadamente, no había dormido nada en toda la noche. Se sentía angustiado, aún no encontraban el cuerpo de yoongi y después estaba el compromiso por cumplir. Todo era una completa pesadilla de la que quería despertar.

Simplemente quería que todo terminara pronto...

Una vez más bajó la mirada para ver y oler su taza de café que tenía entres sus manos, se había enfriado por segunda vez. Ni siquiera había bebido un poco.
¿Cuánto tiempo se había quedado ahí parado mirando a través de la ventana?, Creo que alrededor de unos treinta minutos.
Su mirada jamás se despegó del jardín, siempre mirando al portón principal de su casa, esperando algo o tal vez a alguien.

Yoongi...

Hoseok le sonrió al verlo e hizo unas señas que realmente no logró entender todas.

Rápidamente abrió la ventana de su cuarto para que un poco de los rayos del sol iluminaran su habitación y la fría brisa le golpeó en el rostro. Hacía mucho frío, pero aún así Hoseok se mantenía firme cuidando de la casa, frotando sus manos mientras temblaba del frío.

Lo admiraba por ser tan fuerte...

Sus recuerdos melancólicos volvieron, recordó el primer beso que le había dado Yoongi; un beso lleno de amor y cariño. Jimin sonrió inconscientemente, mientras una fría y salada lágrima resbaló de su ojo, después fueron más y finalmente se rompió en llanto. Sus lágrimas caían en el marco de la ventana, siendo absorbidas casi instantáneamente.

Jimin jamás había amado tanto a una persona y justo cuando la había encontrado, la perdía de la manera más cruel. Él sólo quería verlo una vez más, un minuto...

Yoongi no podía irse, no podía dejarlo solo...

—¡No puedes! —exclamó entre el llanto, golpeando la pared—, ¿Cómo pudiste hacerme esto?

Y Jimin continuó llorando otra hora.
Se sentía agotado, no quería moverse de ahí.

Ya no podía seguir...

Hasta que escuchó un ruido provenir de la entrada de la casa, después vio entrar el auto blindado color negro; su madre, seguro era ella.

Así que limpio rápidamente sus lágrimas y corrió hasta el baño para lavarse la cara. Se secó rápidamente y salió de su habitación para bajar las escaleras corriendo. Fue hasta la cocina y fingió preparar el desayuno.

—¡Jimin, he llegado cariño!

Yanghye parecía de lo más contenta, a ella realmente no le importaba lastimar a su hijo. Ella siempre conseguiría lo que quería. Y así fue, estaba justo en la cima de la victoria.

—¿Jimin? —preguntó ingresando a la cocina para ver si su hijo estaba ahí y sí, el rubio estaba justamente de espaldas, poniéndole un poco de mantequilla a su pan.

—Ah... —el menor suspiró y sonrió levemente dándole una mirada y volviendo al frente—, llegaste...

Su ánimo estaba decaído, tenía horribles ojeras y su voz casi se quebraba al hablar.

Cuando tu corazón sea MIO ♥︎[국민 - Fanfic]♥︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora