El despertador de mi mesilla sonó. Me levanté lentamente y me dio un ligero mareo. Me levanté lentamente, pero me sentía rara, como si no tuviese fuerzas, me sentía débil.
Decidí darme una fría ducha para que me despejara. Salí de la habitación y recorrí el pasillo. Me paré en frente de la puerta del baño. Entonces me dio un dolor de cabeza bastante fuerte y me tuve que apoyar en la puerta.
-¿Te encuentras bien? –me preguntó Liam detrás de mi
-No mucho –dije girándome hacia él, puso su mano en mi frente
-Creo que tienes fiebre, ¿qué sientes?
-Mareos, dolor de cabeza, siento que no tengo fuerza…
-Eso suena a gripe, hoy no irás al instituto
-Seguro que no es gripe y es una tontería –dije y di un par de pasos hacia mi habitación pero antes de dar el tercero me tuve que apoyar en la pared para no caer
-Sí, seguro que es una tontería. No has podido ni dar tres pasos –se acercó a mí y con cuidado me cargó en brazos- me quedaré a cuidarte –dije caminando hacia mi cuarto
-No, tienes que ir a la universidad –dije recostándome en su pecho
-Bobadas, me quedo a cuidarte –entró en mi cuarto y me tumbó delicadamente en la cama- y no me puedes convencer de que no –me dio un beso en la frente- vuelvo ahora
Salió de la habitación y me tapé con las mantas ya que sentía frío. Entonces la puerta se abrió y Liam entró. Se sentó a mi lado en la cama.
-Te voy a tomar la temperatura, abre la boquita –lo obedecí y metió el termómetro en mi
boca- así me gusta que seas obediente –dijo dándome un pellizquito en la mejilla
-Estás muy loco –dije sacando el termómetro de mi boca
-No hables y no vuelvas a sacar el termómetro –dijo obligando a meter el termómetro de nuevo. Cuando pasaron un par de minutos me quitó el termómetro y lo miró- tienes 39 como ves no es una tontería
-Vale tenías razón –dije cubriéndome más con las mantas
-¿Tienes frío? –preguntó acariciándome el pelo
-Un poco –dije tiritando bajo la manta
-Hazme hueco –hice espacio en la cama y se tumbó a mi lado y me abrazó
-No, no me abraces –dije poniendo las manos en su pecho y apartándolo un poco
-¿Por qué no?
-No quiero contagiarte y que te pongas malo
-Me da igual ponerme malo –volvió a abrazarme- lo que quiero es que tu estés bien
-Gracias, por cuidarme –dije recostando mi cabeza en su pecho
-Princesa siempre me tendrás a tu lado –dijo acariciándome la mejilla- duerme un rato, ¿vale?
-Vale- dije cerrando los ojos y poco a poco quedándome dormida
Me desperté y vi qiue estaba abrazada a… ¿una almohada? Me senté en la cama pero estaba sola en la habitación. Entonces Liam entró con una bandeja entre sus manos.
-Hey, ahora iba a despertarte –dijo sentándose en la cama y dejando la bandeja encima de la mesilla que había al lado de la cama
-¿Has salido? –le pregunté mirando la bandeja
-No, ¿por qué?
-Espera, ¿quieres decirme que has cocinado sin mi ayuda?
-Solo una simple sopa –dijo con una media sonrisa
-Tal vez, pero para mi es un gran gesto de tu parte –dije devolviéndole la sonrisa
-Princesa, nada es lo suficiente para ti –dijo cogiendo el cuenco con sopa- abre la boquita –dijo cogiendo una cucharada de sopa
-Vamos, estoy enferma pero no parapléjica, puedo comer sola –dije acercando mi mano para coger el cuenco pero el lo alejó
-Que no, deja que cuide de ti –dijo con una tierna mirada
-Vale –dije rindiéndome
Liam estuvo dándome de comer. Era una escena tan tierna. Seguía sintiéndome mal, pero
que Liam estuviera conmigo hacía que no pensara en el malestar. A la tarde Liam me llevó cargada en brazos hasta el salón para que cambiase un poco de aire. Me tumbó en el sofá de manera delicada y se sentó a mi lado e hizo que apoyase mi cabeza en sus piernas. Liam puso la película “Vacaciones en Roma” ya que sabía que aquella película me hacía sentir mejor.
Puede que fuese por la delicadeza con la que me acariciaba el pelo o simplemente cansancio, pero me quedé profundamente dormida, y no desperté hasta la mañana siguiente.
