IV

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El parque estaba rodeado por unos altos setos y tenía una puerta negra de metal. Traté de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

- ¿No venías todos los fines de semana?

- Sí, pero nunca entro por aquí. – Me sonrió. – Sígueme. – Caminamos bordeando el parque. Ingenuamente, sin saber a dónde íbamos, le hice caso. Se detuvo frente al seto. – Por aquí. – Apartó las ramas como si fuesen una cortina, justo por donde estaban los alambres cortados.

- ¿Cómo sabías esto? – Le pregunté mientras entrabamos.

- Trabajé podando estos setos. Y... "sin querer" corté los alambres, ahora puedo entrar y salir cuando quiera. – Volvió a juntar los setos como si nada hubiese pasado.

- Muy astuto, pequeño Hyunjin. – Pude ver como sonreía e intentaba ocultármelo poniéndose de perfil.

- ¿Habías estado aquí antes, Han? – Miré a nuestro alrededor mientras caminábamos.

- Si estuve, no lo recuerdo. Es un parque precioso.

- Lo es. Sobre todo, cuando está vacío. Los sábados solo está abierto por la tarde, por eso vengo por la mañana. Si te mantienes en silencio, puedes escuchar a diferentes tipos de pájaros, en cambio, cuando hay más gente, solo se escucha barullo; lloros de bebés, discusiones de pareja, jóvenes de botellón, niños corriendo y molestando a sus padres... en general: contaminación acústica. – Tenía la mirada perdida y apenas pestañeaba.

- Hyunjin. – Le miré fijamente quedándome parado. Se detuvo a escucharme y también me miró a los ojos. - ¿Qué pasa con este parque?

- ¿Cómo? – Inclinó la cabeza hacia la derecha en señal de confusión.

- ¿Por qué odias que la gente pise este parque?

- No es por el parque. Es por la gente. La gente es ruido. Por eso te presté atención, porque tú no eres ruido. No eres como los demás. – Respondió a la pregunta que le hice en el metro. – Lo que veo en ti... - Se quedó unos segundos callado y clavó su mirada en mis ojos. – Lo siento... Me puse profundo. – Dejó escapar una leve y nerviosa risa. – No quería incomodarte, Han. – Sonreí, mientras desviaba la mirada. Cuando volví a fijarme en Hyunjin, sus ojos brillaban más que nunca.

- Nunca la había visto. – Parecía realmente feliz, pero yo no podía entender de que estaba hablando.

- ¿De qué hablas? – Pregunté bastante confuso.

- Tu sonrisa. Nunca la había visto. Es preciosa. – Con la mirada fija en mis labios, Hyunjin parecía realmente feliz de provocarme una sonrisa. Él era la primera persona que había hecho que sonriera después de que mi madre ingresara en el hospital. Él único que me había hecho olvidar, por unos instantes, todas las preocupaciones que ocupaban constantemente mi cabeza.

- Hyunjin.

- ¿Sí?

- Permíteme hacer esto. – Sin pensármelo dos veces, le abracé lo más fuerte que pude. Nuestras mejillas estaban pegadas, sentí el calor de su cara. Sin querer, empecé a llorar sobre su hombro. Noté como sus manos apretaban mi espalda mientras arrugaban mi ropa. – Lo siento... - Balbuceé.

- ¿Por qué deberías sentirlo? – Me separé de él mientras me secaba las lágrimas con las mangas de mi sudadera negra.

- Por abrazarte. – Me sonrió cariñosamente, como si se hubiese enternecido por mi respuesta.

- No debes pedir perdón por eso, estuvo bien. – Volvió a sonrojarse.

Fighting Against Yourself | HYUNSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora