VIII

525 90 8
                                    

- Lo siento mucho si te ofendió que te preguntara. – Hyunjin parecía realmente triste, como si estuviera empatizando perfectamente. Como si lo hubiera vivido en primera persona.

- No te preocupes, ya lo he superado. Ahora ella vive conectada a una máquina. – No era verdad, no lo había superado, y tenía la sensación de que nunca iba a hacerlo.

- ¿A dónde vamos ahora? – Preguntó Hyunjin intentando cambiar de tema, después de unos minutos de silencio.

- Vamos a mi casa. Siempre y cuando quieras. – Le sonreí. – Ya que yo he ido a la tuya, así tu podrás ver la mía antes de que desaparezca.

- ¿Desaparecer? – Hyunjin no sabía de lo que estaba hablando.

- Esa casa no estará habitada por mí por mucho más tiempo. – No pude evitar perder mi sonrisa.

- ¡No te irás muy lejos, ¿verdad?! – Hyunjin parecía estresado. – Quiero decir... que... no me importa ¿no? Pero ya que nos conocemos pues... - Intentó arreglarlo con un tono de voz más calmado. Como si de repente hubiera sentido una gran vergüenza. Le sonreí tímidamente.

- No sé qué debería responder a eso. – Realmente no sabía que iba a pasar. Nos quedamos en silencio hasta que paramos en frente de mi casa.

- ¿Esta es tu casa? – Me preguntó al ver que nos deteníamos. Asentí con la cabeza. Me acerqué a la puerta con las llaves en la mano, simples y sosas, nada que ver con los llaveros vistosos de Hyun Jin.

- Hogar, dulce hogar. – Mi voz sonaba sarcástica. Realmente no fue mi intención hablar con ese tono, pero inevitablemente salió así. – Es oscura, ¿verdad? – Hyunjin me miró como si no supiera que responder. - ¿Muy vacía talvez?

- No. Ya no se ve así. – Le miré con atención. – Estamos nosotros. – Me sonrió intentando responder algo que no me hiriera. No podía dejar de mirarle. Como si fuese un imán gigante al que no podía ignorar. Obedeciendo a aquella extraña fuerza magnética, nuestros cuerpos empezaron a acercarse. Hyunjin inclinó la cabeza levemente hacia un lado mientras cerraba los ojos. Cuando estuvimos más cerca imité su movimiento. Finalmente, nuestros labios se tocaron. Hyunjin puso su delicada mano en una de mis mejillas. Sin haber soltado aquellos preciosos labios, no pude evitar rodear su cintura con mis brazos. Parecía ser que nuestras lenguas se pusieron de acuerdo para salir de expedición a la vez y encontrase de camino, éstas dos empezaron a jugar entre ellas. Un beso apasionado que no pasó a nada más, ya que decidí apartarme de Hyunjin. Él abrió los ojos lentamente.

- ¿Pasa algo? – De repente volvió a ser el Hyunjin tímido de siempre y sus mejillas se volvieron de un tono carmesí.

- Siento que no estoy haciendo lo correcto. – Bajé la cabeza.

- ¿Por qué crees eso? – Hyunjin se preocupaba porque no sabía muy bien a lo que me refería.

- Hyunjin. – Le miré a los ojos, con una mirada firme. – Hay muchas cosas que no sabes de mí. Y al besarnos, siento que te estoy engañando, que piensas que soy alguien que en realidad no soy.

- Entonces explícamelo. – Alcé mis cejas sorprendido. – Explícame lo que no sé de ti.

- Tan dulce como siempre... - Murmuré mirando hacia abajo.

- ¿Qué dices? No puedo entenderte. – Hyunjin parecía estar buscando mi mirada de nuevo.

- No importa. – Le sonreí sinceramente mientras volvía a mirarle a los ojos. – Te lo explicaré todo. – Mi expresión se volvió más seria.

- ¿Qué te pasa de repente? – Hyunjin volvió a preocuparse.

- Tengo miedo de que cuando te lo explique, ya no quieras saber nada de mí. – Sin querer volví a bajar la cabeza mientras hablaba. Me agarró del mentón y volvió a levantar mi cabeza, sin soltarme y sin abandonar su sonrojo, me dijo:

- Debes contarme algo realmente horrible para que no quiera saber nada de ti. El listón es alto. – Me sonrió intentando que yo también lo hiciera. Y como era de esperar, lo consiguió, logro contagiarme una vez más su preciosa sonrisa, la que me hacía olvidar y me llenaba de paz. No sabía por qué, pero era la única persona capaz de hacer que eso pasara. Por esa misma razón, cuando estaba con él, no podía evitar sentir que estaba siendo protegido de toda la maldad del mundo. Que no me iba a pasar nada malo nunca. Como si estuviera paseando por una nube rodeado de ángeles de la guarda. Como el beso que nos dimos, fue una verdadera pena que solo durara unos segundos, pero realmente paró el tiempo, causo el mismo efecto, por lo que pude deducir...

Que los labios de Hyunjin eran mágicos.

Fighting Against Yourself | HYUNSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora