CAPÍTULO 4

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— Eh, hola—saludé apenas, pues nos habíamos quedado de pie sin decir nada.

— Hola—respondió ella, igual de sorprendida.

¿Has conocido a alguien y has jurado que nunca volverán a encontrarse, porque simplemente sería imposible, pero el destino se ríe y pone a esa persona enfrente de ti?

Pues algo similar había pasado.

Había dejado a esa chica en su casa, juré ni siquiera cruzarme por aquella calle. Pero aquí estaba entonces, días después, encontrándose conmigo.

Lo más gracioso, si lo era, es que solo íbamos a tomar un café.

Y alguien se levantó ese día, con la misma idea en su cabeza.

El destino se reía en nuestra cara.

— Hola, soy Dinah. Mejor amiga de Camila—saludó la chica más alta, la reconocí como aquella chica que había vitoreado a Camila cuando esta entró al coche.

— Hola, soy Normani. Mejor amiga de Lauren—la morena se acopló fácilmente a la situación, incluso, parecía burlesca. Ambas se burlaban.

— Yo soy Lauren... Solo Lauren—no iba decir: ''soy Lauren, la chica que pagó por un pasar un rato con Camila''. Tal vez ambas lo sabían, eso no era necesario.

Se rieron.

— Yo soy Camila. Solo Camila—dijo también la chica, sonriente. Parecía que también se burlaba de la situación.

Y el destino se seguía riendo de nosotras, parecía que lo disfrutaba, burlándose de nosotras era su nuevo pasatiempo. Pues en la misma mesa, estábamos las cuatro sentadas, compartiendo un momento.

Normani hablaba con Dinah sobre que tuvimos un día estresante, no le dijo porque, pero que este lugar nos sabía como a gloria. Camila, en cambio, se mantenía riendo y hablando como si su vida dependiera de aquello.

No lo entendía, lo juro.

Digo, hace algunos días, había llorado frente a mí y se mostró enojada frente a la vida y sus injusticias. Pero ahora, volvía a sonreír, volvía a reírse, volvía a hablar como si su vida dependiera de aquello.

Más que nada, volvía a vivir.

Era tan extraño observarla así, la miré y ella se dio cuenta.

Hace algunos días, la vi con el atuendo más provocativo que pudiera pensar. Falda, top, maquillada, zapatillas. Y ahora, parecía una niña vestida de esa forma, tan casual que resultaba extraño. A pesar del calor, la loca traía puesto una sudadera azul, le quedaba como top pero no resltaba su cuerpo, traía el cabello desordenado, sin maquillaje, simples jeans y tenis desgastados.

La chica nos contó que este lugar era muy de Dinah y ella. Solían venir siempre aquí, el lugar se sentía tan familiar para ellas que casi era su segunda casa.

Yo, en cambio, me mantuve en silencio.

¿Era la única que creía que esto era tan incómodo?

Joder, Camila y yo nos conocíamos en circunstancias no tan buenas, y las chicas que estaban acompañándonos lo sabían.

Era tan incómodo para mí, que moría por irme.

— Entonces, así fue como Dinah y yo conocimos este lugar—contó Camila. Me perdí la mayor parte, pues estaba pensando en lo de hace rato.

Además, solo era una historia aburrida, implicaba a ella perdidas en el centro de la ciudad.

¿Quién se pierde en el centro de la ciudad?

La Vida y sus Injusticias |#CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora