CAPÍTULO 20

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La muerte.

¿Qué era la muerte?

Siempre creí que la muerte me esperaría al lado de mi esposo e hijos. Cuando estuviera anciana y la empresa estuviera de lado en mi vida. Mi esposo tomaría mi mano mientras me fuera.

Siempre pensé en eso.

Pero ahora que conocí el amor, supe que me iría con ella a mi lado.

Pero fue distinto.

Como siempre la vida te tiene cosas preparadas distintas a tus planes.

Tus injusticias serian notorias y pagarías por ello.

Porque la vida no sería fácil nunca. Porque existen las injusticias.

Ahora, estaba muriendo por una herida de bala.

A mis veinticinco años, la vida se me iba rápido.

Escapaba de la policía, pues iría a la cárcel pronto por las injusticias de mi padre.

Me quedaba tanto por vivir, por conocer, por arreglar, que nunca creí que el final estaría cerca.

Creo que ese es nuestro problema.

Nos atrevemos hacer planes para el mañana, cuando ni siquiera sabemos que pudiera pasar ese día.

Nuestra mañana podría ser diferente, nuestra tarde podría ser diferente, nuestra noche podría ser diferente.

Y entre esas diferencias, el mañana podría no existir.

Pero éramos tan valientes para hablar de un mañana de todas formas.

Aunque este tuviera una mínima posibilidad de existir.

Realmente lo éramos. Eramos demasiado valientes, aunque diría ingenuos para describirlo mejor.

Pero como siempre, la vida tenía planes diferentes.

Las injusticias de la vida podrían dejarnos un momento.

Porque un día, simplemente, desperté para ver un nuevo amanecer, uno muy diferente.

Estaba en una cama, en un cuarto que no conocía.

Intenté moverme pero mi abdomen dolió.

Recordé lo que pasó y casi abrí los ojos, estaba viva.

Pasé mi mano por ahí, sintiendo una gran venda envolverme.

Respiraba, mi piel se sentía, mi cuerpo se movía.

Tragué saliva y sentí mi garganta tan seca. Comencé a toser. Tan pronto como lo hice, la puerta se abrió.

— Oh por dios, ¡Despertó!—escuché la voz de ella. La vi entrando y mi mirada se llenó de anhelo.

Hace mucho que no la miraba, la última vez yo estaba muriendo.

Pero ella se acercó a mí, tomando mi mano y mirándome con una gran sonrisa.

¿Cómo era posible que ahora la estaba viendo?

— ¿Quieres agua?—asentí. Intenté moverme de nuevo, para sentarme. Pero me regañó—. No, no, no. Quédate así. ¿Estás loca? No puedes hacer eso—sus ojos brillaban al regañarme de nuevo.

La puerta volvió abrirse.

Dinah entraba al lugar junto con Normani. Se quedaron atrás para darle espacio a los Jauregui.

Miré a Taylor y Chris acercándose.

Mi hermana lloraba y me regañaba por el susto que les di. En cambio, mi hermano solo se quedaba de pie, observándome sonriente.

La Vida y sus Injusticias |#CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora