CAPÍTULO 26.

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— ¿Dónde está Chris?— e pregunté a Carlos, sentándome a su lado.

— Está con Jack, el abogado—asentí, ojalá salga de aquí pronto. No tenía que pagar por esto.

— Lauren, tranquila. ¿Qué son cinco años? Saldrás de aquí, iras con tu chica, se casaran, todos contentos—negué. Ya no era posible—. Vamos, mujer. Mi abogado me dijo que lo menos que podían darme, son diez años. Incluso podía ir en aumento—incluso así, él estaba sonriendo. Carlos era un chico muy alegre.

Sentados entre en el ruido de los demás reclusos y la comida asquerosa, él siempre sonreía. Sin duda era un tipo muy maduro para su edad.

— Lo siento—me disculpé, me sentía como una idiota.

— Todo va a solucionarse. Lo prometo—me reí.

Las promesas no eran buenas ahora. Podrían ser hasta un amargo chiste.

— No prometas cosas que no sabes, Carlos. Todo es mejor si no prometes nada. Créeme—la vida podría ser más fácil, sabia de lo que hablaba.

Esa fue la última plática que tuve con el chico. Ojala siguiera siendo tan buena persona. El mundo lo necesitaba.

***

En la noche, fui a la zona de los baños. Me tomaría una ducha. Pero cuando llegué, escuché ruido.

Me encontré con un grupo de chicas, burlándose de otra que no paraba de toser. Incluso llegó al suelo, su cuerpo comenzó a temblar.

Dejé mis cosas, corrí hacia la chica. Estaba saliendo espuma por su boca. Miré a las demás chicas, debían hacer algo.

Pero solo se reían.

— ¡Oficial!—alcé la voz, alguien tenía que venir.

Chequé se pulso, era apenas percibido.

— ¡Cierra la boca! Nos meterás en problemas si hablas—amenazó, hablando entre dientes.

— Puede morir, tenemos que hacer algo—hablé.

No encontraba sentido, la chica podría morir.

— Las drogas son prohibidas, alguien de aquí las suministra. No abras la boca o salimos perjudicadas nosotros—informó, negué. Era una estupidez.

— No podemos dejarla morir. ¡Oficial!—alcé la voz de nuevo.

Apenas lo hice, la chica me tomó de la camisa. Me obligó a levantarme del suelo de un jalón.

— No son tus asuntos. ¿Quieres que te demos una lección?—no dije nada. Tragué saliva—. Eres la chica rica que crees que los demás harán lo que les digas. Vives tu vida de ensueño, creyendo que toda la vida es justa y buena para ti, ¿no?—se burló. No, no creía eso.

Odiaba que juzgaran. Nadie me conocía, ni muchos menos mi historia.

La empujé, quitando sus manos de mí.

— No me conoces—respondí.

Las chicas detrás de ella miraban sorprendidas nuestra interacción.

— ¿No? Pues tú tampoco me conoces a mí. Esta es la vida real—se burló, sonriendo de lado. Miró a sus amigas, sonriente. Luego volteó a verme y me golpeó la mejilla repentinamente.

Me hice hacia atrás solo unos pasos. Sentí mi labio sangrando.

— No quiero problemas—avisé. Mala idea.

Me tomó de la camisa, golpeándome contra la pared. Me sostuvo, acercándose a mí.

— Los problemas se buscan. ¿No te agrada tenerme así de cerca? Creo que a tu novia no le gustaría—abrí los ojos ante las declaraciones de la chica de cabello castaño.

La Vida y sus Injusticias |#CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora