CAPÍTULO 10

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Llegué a la empresa, como siempre.

Todos me miraban, algunos saludaban, otros corrían a su puesto de trabajo, otros hacían preguntas sobre su trabajo. Pues en esta empresa, nadie sabía cómo hacer su estúpido trabajo bien.

Me acerqué a recepción, miré a la pequeña chica. Esta me sonrió rápidamente, esperando alguna indicación, o que solo le diera mi abrigo.

— Sal de ese lugar—ordené. La chica abrió los ojos.

— Pe-Pero señorita, Jauregui. Yo he hecho bien mi-mi trabajo—creo que se hizo en los pantalones de nuevo.

— Va a promotor. Has ascendido. Vas al área de Kordei, ella te indicará todo—me volteé, mirándola. Parecía muy sorprendida.

— Ascendido, ¿Yo?—preguntó, confundida. Rodé los ojos.

— Si, tu. Vete de aquí si no quieres que me arrepienta—corté de una vez.

— Oh por dios. Señorita, Jauregui. De verdad muchas gracias, estoy muy agradecida...

— Hiciste lo que te pedí ayer, ¿verdad?—la interrumpí, pues ayer había hablado con ella. Mandé a que pusieran un escritorio para Camila. Ella asintió—. Bien, vete de aquí—la chica asintió. Antes de irse, caminó hacia mí, volvió a darme gracias y se fue.

Sonreí. Buen punto asustarla por última vez.

Miré el reloj, faltaba poco para que la chica viniera.

Estaba en mi escritorio, checando algunas cosas de ese largo fin de semana.

Nada importante en sí.

Mi teléfono sonó, lo tomé.

— Hey, Jauregui. Soy yo. Dinah. Quería agradecerte por esto, este lugar es increíble y tú lo manejas, es genial—escuché la voz de la chica.

Sin duda ese era su estado natural, tan despistada.

— Si. Hola, Dinah. Es muy genial tenerte aquí. ¿Allyson te está entrenando?—pregunté, pues la chica debería explicarle esto.

— Nop, alguien más. Mira—silencio, me despegué del teléfono confusa—. Hey, idiota. Soy yo. Normani. Estoy entrenando a Dinah. Vaya, entrenar se escucha a perro—escuché la voz de Mani, seguido por risas de parte de las chicas por el comentario de mi amiga.

Estas chicas, juntas, serán un problema.

— Vale, hey. Pensé que eso lo haría Allyson—negué.

— Sip, pero le dije que se fuera. Ya debe de estar jodida de ti—escuché la risa de Dinah y Normani diciéndole que guardara silencio y no se riera de mí, pues al parecer era muy amargada, que no podían reírse de mí—. En fin, Camila está yendo allá. Si, lo sabemos. No te pasamos ninguna llamada—se recuperó de la risa y ahora se estaba burlando de mí.

Negué, estas chicas parecían niñas. Pero me hicieron reír, debía aceptarlo.

En fin. Al escuchar que la chica ya venía, sonreí grande.

Miré a la puerta esperando a que fuera tocada. Miré su escritorio, colocado enfrente del mío, a unos metros de distancia. Todo perfectamente colocado, todo bien. Colgué el teléfono.

La puerta fue tocada. Sonreí.

— Pase—alcé la voz para que escuchara.

La puerta fue abierta y mi sonrisa creció al ver a la chica, perfectamente cambiada para la profesión.

— Bien, señorita Jauregui. ¿Puede indicarme que debo hacer?—sonrió de lado, caminando hacia mí.

— Por el momento, señorita Cabello. Darme un beso—fue la primera vez que ordené algo con una sonrisa y amablemente.

La Vida y sus Injusticias |#CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora