CAPÍTULO 16

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Después, solo era yo tratando de permanecer respirando. Pues, mañana sería otro día, y quien sabe que pudiera traer la marea.

En la oficina, solo miraba el escritorio vacío frente al mío.

Quería trabajar, pero no podía.

Solo me quedaba recordando, con un corazón roto y la culpa matándome.

Me pregunté: ¿Cómo podía dormir? Me arruinó la vida, estaba segura que a más personas también. ¿Como podía acostarse y dormir tranquilamente?

Yo no podía, por más que quisiera, no lo hacía.

Ya Taylor se había quedado conmigo, habíamos hablado, ella era una buena compañía. Pero no me hacía sentir bien aun así.

Estaba segura quien me haría sentir mejor. Estaba segura, era ella. Pues su escritorio vacío lo confirmaba, ella ya no estaba aquí. No volvería a estar aquí nunca.

También recepción estaba vacío. Normani apenas me hablaba y Ally no sabía que estaba pasando.

Quería llorar.

Había llorado en tan poco tiempo lo que no lloré en años. Aun así sentía que era insuficiente; sentía que no sería la última vez que lloraría.

Sentía que faltaba más. Que aún no acababa la pesadilla.

— No, joder. Ya me cansé—la puerta se abrió repentinamente.

Miré a la morena, mi mejor amiga entrando. Tras de ella Allyson intentaba detenerla.

— Normani, no estoy de humor—miré la computadora, ignorando lo que pasaba en la entrada.

— Pues yo ya me cansé y vamos hablar quieras o no—la miré, estaba furiosa.

Alcé la mano, indicando a la chica pequeña que estaba bien.

— ¿Qué diablos te pasa? Perdón, pero ya me cansé de callar—joder, esa pregunta había sido hecha por muchas personas.

No dije nada.

— ¿Vas a decir algo? O quieres que te saque la verdad, Jauregui—amenazó, se acercó al escritorio.

Ally tomó su brazo, rogándole que parara y saliera de ahí. La chica estaba confundida y enojada. Las personas confundidas y enojadas herían.

— No sé porque quieres que lo diga. Si al parecer, ya lo sabes—quería que leyera mi leguaje, que leyera entre líneas. Que me entendiera.

Pero no lo hizo.

— No puedo creerlo. Eres mi amiga, te conozco. No sé quién eres ahora. Te vi queriéndola, ¿Cómo pudiste ser una hija de puta con ella? ¡Eres una mierda!—no, no entendió. En cambio me gritaba, lastimándome—. Te dije que si no estábamos segura la dejaras en paz. Pero jugaste con ella, le hiciste daño. ¿Quién te crees que eres para dañar así a alguien? Perdón. Pero ¡Ya no voy a seguirte el juego! Ya me cansé—se sostenía de mi escritorio, mirándome cara a cara.

Si, habíamos tenido esa platica. Cuando comenzó todo, me preguntó si estaba segura, le dije que sí. Al parecer nunca creyó lo que sentía.

Ahora creía que mi plan siempre fue hacerle daño, escupiéndome sus palabras con un enojo de días acumulado. Respiré para mantenerme fuerte.

— ¿Eso crees de mí?—le pregunté herida, poniéndome de pie. Ahora si nos estábamos viendo.

— No seas tan cínica, eso es lo que eres—atacó de nuevo—. ¿Sabes? Yo no sé qué está pasando, explícame o me voy. No quiero ser amiga de una idiota como tú—se quedó ahí, esperando a que hablara. A que le explicara.

La Vida y sus Injusticias |#CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora