C I N C O

615 52 69
                                    


Quise echar a correr hacia él y cruzarle la cara de un guantazo. Preguntarle cómo podía tener la cara tan dura de plantarme y, sin darme si quiera una explicación, enrollarse con otra en menos de una jodida semana. Sin embargo, no hice nada de eso. Me limité a alzar la barbilla y caminar hacia nuestros asientos en completo silencio. Mis amigas me siguieron por detrás, igual de silenciosas que yo y aferradas a sus paquetes de palomitas. Sentí los ojos de todos clavarse en nosotras cuando rodeamos su fila y nos colocamos justo detrás, donde nos indicaban nuestros tiquets. Austin fue el primero en volver la cabeza al frente, Alexa me sonrió un poco a modo de saludo e hizo lo mismo. Clavé los dedos en los reposabrazos y cerré los ojos, intentando mantener la poca paciencia que me quedaba.

Debía relajarme. No podía montar un espectáculo en medio de la sala, habían más personas alrededor de nosotros que sí querían ver la dichosa película, y seguro que no les interesaría presenciar una discusión a gritos entre dos adolescentes.

Aunque si yo fuera ellos y viese a dos chicos a punto de arrancarse los pelos, me giraría hacia ellos, cogería un puñado de palomitas y disfrutaría en silencio de la función. Probablemente tuviera mejor argumento que la película que estaba a punto de ver.

—¿Estás bien? —escuché preguntar a Kim a mi lado—. Si quieres podemos irnos o...

—Ni hablar —la interrumpí, y le robé un puñado de palomitas para después metermelas en la boca de un manotazo—. No pienso huir como una cobarde porque haya un imbécil sentado en la fila de enfrente. —Hablé con la boca llena y mi prima formó una mueca de asco, pero no comentó nada—. Voy a quedarme sentada en esta estúpida butaca para ver esta estúpida película, y después vamos a ir a mi estúpida casa para zamparnos la estúpida pizza que creí que me ibas a pagar.

Kim cerró el ojo izquierdo de golpe y se lo refregó con una mano.

—Prima, hazme un favor y no vuelvas a decir la palabra estúpida con la boca llena de tropezones. Me gustaría conservar mi otro ojo, gracias.

Rodé los ojos y volví la cabeza al frente, topándome de lleno con el rostro divertido de Carter observándome a través del hueco de dos asientos.

—¿Y tú qué miras? —escupí.

Su sonrisa se amplió, —Tienes un trozo de maíz entre los dientes, justo entre las dos palas de arriba. —Lo señaló con su dedo índice y apreté los labios. Mis mejillas habían empezado a calentarse—. Te queda bien, pero yo de ti me lo quitaría, es tan grande que hasta podrías atragantarte, y nadie quiere eso.

Me guiñó un ojo y, sin dejarme responder, se volvió de nuevo hacia adelante.

Maldito Carter, cada vez me ponían más nerviosa sus estúpidos comentarios. ¿Es que no podía simplemente mantener la boca cerrada? Se suponía que estábamos en paz, había cumplido su promesa así que, ¿Por qué continuaba hablándome? ¿Y encima para meterse conmigo?

Por el rabillo del ojo vi como Alexa acarició la barbilla de Austin con un gesto juguetón y se fundieron en otro beso, uno más pasteloso y vomitivo que el que había tenido el placer de presenciar en las escaleras. Austin rodeó su cintura con un brazo y agradecí que el respaldo de la silla me tapase la visión, porque estaba segura de que su mano había ido directa al culo de Alexa.

Encima no se cortaban un pelo, los muy hijos de...

—Rachel —susurró Danna a mi izquierda—, no tienes porqué aguantar esto, no es justo. Creo que deberíamos hacer algo.

—Ya le he dicho a Kim que no pienso marcharme, quedaría en ridículo, bueno, si es que puedo quedarlo todavía más.

—No me refiero a eso, hablo de hacer algo un poco más... interesante.

The real youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora