O C H O

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Estar castigada sin salir tampoco estuvo tan mal. A lo largo de los meses había apartado muchísimas series por falta de tiempo, así que aproveché y me puse al día con todas ellas.

En concreto con Riverdale, me pegué la viciada de mi vida a esa serie.

Justo iba por el capítulo en el que acababan de descubrir que el asesino de Jason Blossom era...

—Rachel, cariño, ¿Estás despierta? —Escuché preguntar a mi madre al otro lado de la puerta. Se me hacía raro que me llamase 'cariño' después de toda la que me había estado liado estos días, pero bueno, me alegraba de que se hubiese relajado un poco. Estaba a punto de decirle que pasase cuando añadió—: Mira quien ha venido a verte.

Todos mis sentidos se pusieron alerta, imaginándome algo horrible. Una visita de la tía Beth, o peor aún, de la abuela. Lo último que quería en ese momento era una tarde llena de pellizcos en los mofletes y comentarios tipo '¡Qué grande estás! cuando te han visto hace tan solo una semana.

Nadie me avisó de que en mi castigo también estuviese incluido nada de eso.

Bajé la pantalla de mi portátil y me enderecé hasta quedar sentada sobre la cama. Ni siquiera me había tomado la molestia de arreglarme. Llevaba un pijama rojo de perros, el pelo atado en un moño mal hecho y unos calcetines de esos gorditos que todos usamos para andar por casa.

Estaba hecha un Cristo.

Mi madre entró en la habitación acompañada de Kim. Mi prima llevaba una gran sonrisa pintada en los labios y una extraña bolsa colgada del brazo, una demasiado grande para llevarla a una simple visita.

Esto me daba muy mala espina.

—¿Por qué no me dijiste que Kim se quedaba hoy a dormir? —preguntó de golpe mi madre, confirmado mis sospechas—. Habríamos pedido una pizza, o chino, bueno, chino no que la última vez que comimos Tom se pasó la noche abrazado a la taza del váter.

Recordaba aquel momento con mucho detalle. Pobre Tommy, pero se lo tenía bien merecido por zamparse cinco rollitos grandes, incluido el mío.

—No te preocupes tita —le quitó importancia mi prima, dejando caer su gigantesca bolsa a los pies de mi cama—. Rachel ha estado muy ocupada últimamente, es normal que se le haya olvidado.

¿Había sido yo o esa ultima frase me la soltó con un poco de... rencor?

Decidí no comentar nada al respecto, quizá me lo había imaginado. A los pocos minutos mi madre se excusó diciendo que tenía que hablar con mi hermano sobre un tema serio y se marchó de la habitación dejándonos a Kim y a mí solas.

¿Hablar con mi hermano sobre un tema serio? Pero si él era el niño más bueno del mundo, o al menos eso fingía de puertas para dentro.

Más tarde hablaría yo también con ese enano.

—¿Se puede saber qué narices haces aquí? —Fui directa al grano, pillandola algo desprevenida.

Arrugó la nariz y preguntó—: ¿Acaso no sabes qué día es hoy?

—Ni siquiera sé qué he merendado, y lo he hecho hace menos de una hora.

Kim negó con la cabeza y blanqueó los ojos con pesadez.

—Hoy es la fiesta de Danna, y me prometiste que nos escaparíamos juntas.

Whaaaaat?

—No recuerdo haberte prometido eso —dejé claro en primer lugar—, además, aunque lo hubiese hecho no podría ir. No sé si sabes que estoy castigada, bueno, castigadísima.

The real youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora