S I E T E

447 42 41
                                    

—¡800 dólares de multa! ¿Tienes idea de la de horas que trabajamos tu padre y yo para conseguir esa cantidad de dinero? Más te vale que te guste la pasta, porque es lo único que vamos a poder comer este mes. Ah, y otra cosa más, que sepas que estás castigada, por supuesto. Se han acabado las tonterías en esta casa. A partir de hoy solo verás la luz del sol para ir y volver del instituto, y da gracias a que no te castigue también sin ningún tipo de tecnología, aunque no cantes victoria, porque todavía me lo estoy pensando. A ver si así aprendes la lección, jovencita. Tu padre y yo estamos muy decepcionados contigo.

Joder, no veía a mi madre así de enfadada desde que quemé aquel microondas por meter un vaso de leche con una cuchara de metal dentro. Parecía que en cualquier momento fuese a volverse verde y convertirse en el mismísimo Hulk.

—Lo siento.

—¿Que lo sientes? —se alarmó, al ver que esas fueron las únicas palabras que salieron de mi boca—. Y tanto que lo sientes, y más que lo vas a sentir. Tú no me conoces a mí enfadada.

—Cariño, ya está bien. Cálmate —intervino mi padre, en un intento fallido por saciar la furia de mi madre, la cual estaba a puntito de echar humo por las orejas como una olla exprés.

—¿Cómo voy a calmarme? Nuestra hija ha cometido un delito, Carlos. ¿Sabes lo que eso significa?

—Ey ey ey, para el carro —me hice oír sobre la escandalosa voz de mi madre, llevándome una mirada de desaprobación por su parte—. ¿Delito? El único que ha cometido un delito aquí ha sido Carter. Por si no lo recordáis, él fue quien conducía.

Mi hermano pequeño, Tom, levantába la cabeza de su Nintendo switch de vez en cuando para echarnos un vistazo desde el sofá, pero no parecía tener la más mínima intención de ayudar a su hermana mayor.

Maldito crío.

—¡Anda, por fin sabemos su nombre! —Volvió a alzar la voz mi progenitora—. Ese es otro tema, ¿cuándo pensabas decirnos que salías con un chico?

Casi me atraganto con mi propia lengua al escucharla decir eso.

—¡No salgo con Carter!

—Ese es el típico comentario que diría alguien que sale con otra persona —tuvo las narices de comentar mi hermano, sin tan siquiera despegar los ojos de la pantalla.

Decidido, iba a matar a ese crío.

Mi padre dio un paso al frente y se agachó hasta quedar a mi altura. Me habían sentado en una silla en medio del salón como si esto se tratase de un juzgado y yo fuera la asesina más sanguinaria de toda la ciudad. Mi padre me dedicó una tierna sonrisa de boca cerrada y posó su mano sobre mi hombro.

—Cielo, creo que tu madre y yo te damos la suficiente confianza para que nos cuentes cualquier cosa. Somos tus padres y vamos a aceptar que salgas con quien quieras, pero si ese chico es un delincuente y te está arrastrando a hacer cosas que tú no quieres...

Dios, que alguien me matase.

—¡Pero que no salgo con Carter! —le interrumpí, a puntito de perder los nervios—. Y no es un delincuente, solo era un broma —dejé en claro antes de nada—. La verdad es que él y yo no nos llevamos demasiado bien. Bueno, no nos llevamos directamente. En realidad, casi no nos conocemos.

Me costó un poco decirlo, pero al fin y al cabo era la verdad. Casi no conocía a Carter Price.

—No le conoces y sin embargo tienes la confianza suficiente como para subirte a su coche —atacó de nuevo mi madre, que ya estaba empezando a tocarme las narices—. No te reconozco, Rachel.

The real youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora