Miramos La Misma Luna, ¿Cierto?

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Narra _______:

Había mucho frío, el lugar era oscuro, y solo una pequeña ventana en lo alto de una de las paredes iluminaba el oscuro lugar hecho con piedras. Después de haber cumplido con nuestro trabajo, el hombre con la cabeza de León nos mandó a encerrar en ese calabozo. Largas cadenas nos apretaban los tobillos. El "calabozo" era muy amplio, a pesar de solo tener una mesa vieja y una cama con un colchón con los resortes salidos.

En la cama, me encontraba yo, acurrucada, y del otro lado, se encontraba Yato sentado en el suelo, pensativo. No quería hablarle, es más, yo me sentía culpable. Mis sueños me lo advirtieron, y un así, me enamoré de un chico, quien fue el culpable de la muerte de mis padres y mi familia. Ni siquiera lo miré cuando nos encerraron en ese lugar. Desde que llegamos, fui directo a tirarme a la cama, a llorar desconsolada y en silencio, sin un hombro en el cual apoyarme.

Desperté luego de haber llorado tanto, me ardían los ojos, y extrañamente me sentía débil. Limpié mis ojos con ayuda de mis manos y miré a mi alrededor, esperando que todo fue una pesadilla. Pero al encontrarme en tan horrendo lugar, suspiré triste. Miré a Yato, él solo miraba al suelo, pensando en algo. Pero fueron unos segundos que pude mantener mis ojos sobre él, pues volteé bruscamente a ver otro lugar. Pero en eso, como un rayo, pasó un recuerdo en mi mente.

Flashback:

-Él... Me conoce...- susurré extrañada. -¿Quién es?- le pregunté al hombre en kimono.

-Él es mi amo, Aizen-myo. El que mandó a matar a tus padres.-

Fin de Flashback:

Reflexioné sus palabras por un momento.

-"El que mandó a matar a tus padres".- repetí asombrada. Me levanté tranquilamente de la cama, había frío, así que me abracé para producir calor, y lentamente, me acerqué al dios cuyo pasado desconocía. Una vez estando casi a cuarenta centímetros de él, me agaché a su altura.

-¿Me dirías cómo y por qué mataste a mi familia?- indagué fría y severa. Pero Yato no alzó la mirada, siguió mirando el suelo. Al notar que se tardaba en responder, agaché la mirada. Era inútil hacerlo hablar, así que me levanté y comencé a camita hasta la cama.

-El hombre que nos tiene presos... Pidió a mi padre que se desasiese de tu familia.- respondió, haciéndome parar en seco y voltearlo a ver. -Mi padre me envió a hacerlo. Fue uno de mis primeros trabajos. Cuando eres un dios a quien nadie conoce... Es difícil sobrevivir, estaba dispuesto a hacer todo. Esa noche... Comencé por matar a los que estuvieran tratando de enfrentarme. Luego por los que huían, y finalmente por tus padres.-

-Nora... Ella sabe de esto... ¿Por qué?- indagué negando ligeramente con la cabeza.

-A ella la utilicé esa noche.-

-Así que ella... ¿Es tu shinki?- pregunté casi horrorizada.

-No. Le quité su nombre cuando prometí ser un dios distinto. No tiene mucho si preguntas.- respondió parándose y dándome la espalda.

-¿Tienes idea de por qué Aizen-myo pidió ese deseo tan horrendo?- pregunté curiosa dando un paso enfrente.

-Desconozco la razón, lo único que me importaba era hacer el trabajo.-

-¿Por qué me dejaste vivir?- pregunté luego de pensarlo por unos segundos. Esto provocó un silencio largo, pero no tardó tanto en responderme.

Dos Flechas Y Un Blanco (Yato/Yukine y tu) [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora