Matteo se comió todos los gofres, absolutamente todos.

71K 3.6K 243
                                    

La impuntualidad. Llegar tarde. Que un chico te haga esperar. ¡Odio que un chico me haga esperar! Es más, estoy harta de que Alex me haga esperar. ¿Y si el día de mi boda soy yo la que está plantada en el altar, con mi vestido blanco, y me toca esperar dos horas hasta que aparezca el novio? No me parece una buena idea. ¿Y si no aparece el novio? Como aquella noche en la que estaba con Paolo jugando al baloncesto, sí toda la noche. ¡Qué bien te lo pasaste jugando al baloncesto con Paolo! ¿Eh, Alex? Pero yo me lo pasé aún mejor, en vela toda la noche, casi llorando en la cama, esperándote. Pues parece que hoy la cosa va por el mismo camino…

Marianna estaba sentada en un puff blanco que tenía al lado de su cama, esperándole a él. Intentaba leer un libro: pasaba las páginas, releía párrafos… Cuando dejó de fingir que estaba entretenida, se levantó del puff  y, muy cabreada, se dirigió hacia su bolso, que estaba encima de la cómoda, para coger su teléfono móvil. Se sentó encima de la cama, arrugando un poco la colcha de color verde que la cubría. Lo hago, ¿o no lo hago?

Pero ya está bien de que me dejen tirada. Ahora voy a ser yo la mala, esto se acabó. Ya me plantaste una vez, y no lo vas a volver a hacer nunca más.

Sí, voy a llamarle.

Pulsó la tecla verde de su SmartPhone, después escuchó los primeros timbrazos.

-       Diga – contestó Miguel al otro lado de la línea.

-       Hola.

-       ¿Quién eres? – preguntó él. No reconocía la voz, tampoco tenía guardado el número de teléfono.

-       Soy Marianna. A lo mejor no te acuerdas de mí… Nos conocimos el día que Matteo dio una fiesta, ¿recuerdas el monólogo sobre las mujeres?

-       ¡Ah! Sí… - dijo él con cierto entusiasmo – Creía que ya no me ibas a llamar…

-       Lo he pensado mejor… - dijo ella - ¿Quieres quedar?

-       ¿Hoy?

-       Sí, ahora. Bueno, si te viene bien. Sé que debería haberte avisado antes… Pero no tengo nada que hacer ahora y… Me gustaría volver a verte – dijo ella con voz apagada.

-       Llegas un poco tarde, ¿no crees? – respondió Miguel.

-       Sí, lo creo. Pero también creo que más vale tarde que nunca y que ya tengo las cosas claras.

Miguel sonrió. Estaba tumbado boca abajo encima de una de sus peludas alfombras mientras escribía en el Twitter alguna chorrada que otra. No había nadie en su vida. Ninguna chica que le hubiera interesado más allá de dos noches. Alguna relación larga ya enterrada en el pasado… Pero nada más, nada serio. ¿Por qué iba a negarse?

-       Tienes razón, más vale tarde que nunca.

-       ¿Entonces? – preguntó ella cruzando los dedos.

-       Te llevaré a un sitio. No es lo mejor de lo mejor, pero con tan poca antelación, es lo único que se me ocurre.

-       Donde tú quieras – dijo Marianna, feliz.

-       Vale, pues dame media hora. ¿Te parece bien?

-       Genial.

Miguel apagó el ordenador y se levantó de un brinco. Abrió su armario de par en par, eligió unos vaqueros de color azul marino y un jersey marrón claro. Después se afeitó lo más rápido que pudo. Con las prisas, se hizo un corte debajo del mentón y tuvo que esperar unos minutos a que dejara de sangrar. ¿Qué dijo Napoleón? Dijo: vísteme despacio que tengo prisa. Ahora Miguel ya entiende por qué.

Fuera de juego © Cristina González 2012//También disponible en Amazon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora