ADVERTENCIA: este capítulo contiene en su primera parte una escena de sexo, si la quieres leer te deseo que la disfrutes ;) y si no, pasa las páginas hasta llegar a los primeros asteriscos jijiji. Que aproveche!
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Una de las cosas guays que tiene nuestro planeta es que, cuando en el hemisferio norte es invierno, en el hemisferio sur es verano. Así que aún siendo de Milán, Soledad estaba pasando mucho calor y no era a causa de Paolo. Lo cual no quería decir que él no supiera caldear el ambiente entre ambos. De hecho, lo hacía de maravilla.
Soledad estaba tumbada en la cama de un hotel de Río de Janeiro, tapada únicamente por una fina sábana de seda. Paolo había salido temprano sin dar explicaciones.
El sol del amanecer se colaba por las rendijas de la persiana. Las ventanas estaban abiertas de par en par porque a Soledad no le sentaba bien dormir con el aire acondicionado encendido. Se desperezó con lentitud. Después se levantó y caminó hasta el cuarto de baño para llenar la bañera de agua caliente y sales. A los diez minutos aquello parecía un mar de burbujas con olor a lavanda. Soledad se sumergió hasta el cuello. Comenzó a evocar algunos recuerdos, como por ejemplo la noche en la que conoció a Paolo. Recordó también lo mal que le había sentado el desplante que le había hecho Matteo Venanzi.
Y Paolo se había comportado de una manera tan, como decirlo, incorrecta, sí aquella era la palabra. Había sido tan grosero. No mostró interés por ella en ningún momento. Sólo se limitó a mirarla desde la barra del bar con aquella expresión de condescendencia que la irritaba tanto. Y sin embargo, allí estaban: en una suite de las normalitas, sin ningún lujo especial. En realidad, no necesitaban nada más allá de una cama grande. No cabe ninguna duda de que habían amortizado el colchón con creces.
Llevaban allí al menos cuatro días, no lo sabía exactamente, ella había perdido la noción del tiempo.
Primero se lo encontró en aquel hotel de Cancún, después subieron a su habitación, después… Ella sonrió.
Y después de subir a la habitación, después de hacer aquello que tanto ansiaban, Soledad fue a ver a su “amigo especial” y le mandó a freír espárragos. O él la mandó a ella a freír espárragos. Frunció el ceño y se estiró dentro de la bañera, el olor a lavanda la reconfortaba.
¿Qué ocurrió con aquel chico con el que ella llegó al Caribe? Sí, el que la dijo que tenía que maquillarse más y que estaba flácida… Pues aquel chico tan guapo y tan famoso confesó ser homosexual, dejando a Soledad con la cara a cuadros. Ella, que había ido al gimnasio del hotel, dispuesta a poner los puntos sobre las íes y a darle largas, se quedó completamente alucinada cuando él, después de pensárselo mucho, decidió confesar aquello que llevaba tanto tiempo atormentándole.
Entonces Soledad decidió perdonarle todas sus rabietas de novio intransigente porque comprendió que ella había sido sólo una tapadera. Fue comprensiva, se perdonaron mutuamente y quedaron como buenos amigos. Después ella se marchó con Paolo.
En un principio él propuso Las Vegas para pasar las vacaciones de Navidad, pero luego cayeron en la cuenta de que allí haría bastante frío dada la época del año en la que se encontraban. Entonces Soledad recordó haber visto Río de Janeiro en una película de dibujos y tenía cierta curiosidad por saber como era en realidad. También tenía curiosidad por saber como podría haber sido la estancia de Edward Cullen allí. Nunca llegó a leer la saga de Crepúsculo completa, pero las películas se las tragó todas… Ahora estaba esperando a que lanzaran la última a la gran pantalla de una vez por todas. ¿Influiría el último cotilleo sobre los cuernos de Robert Pattinson? ¡Daba igual! Ella y Paolo estaban juntos… No importaba nada más…
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Fuera de juego © Cristina González 2012//También disponible en Amazon.
ChickLitInés Fazzari acaba de mudarse a Milán para estudiar fisioterapia. Es inteligente, sarcástica y asustadiza. Tiene miedo del amor, de los hombres y de las relaciones serias. Matteo es un futbolista muy famoso, muy guapo y muy insistente, capitán de un...