veintiuno "fue un sueño"

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Estaba en el quiosco del hospital, llevándome a la boca el vaso número 5 de café, desde que había llegado el sábado con esa piba no me había movido de ahí, había llamado al aserradero y le comunique a Rocio que el día de hoy no me iba a presentar a trabajar por temas personales, era lunes y si bien habían podido estabilizarla no había racionado aun. Ni siquiera sabíamos su nombre, no era de nuestra zona, me pregunte una y otra vez si habría una familia preocupada porque su hija no volvía y otra vez se me vino Emma a la cabeza, como papá si mi hija no aparece me volvería loco. ¿Qué clase de padres dejan que su hija ande en auto sin ningún documento, sin ningún teléfono?, ¿Cómo hacían para saber si estaba bien, si había llegado a dónde iba?, ¿Quién mierda era esta chica?. Algo me decía que ella era especial, que tenía una vida complicada un pasado nada agradable, que era de esas personas que cual tornado arrasaban con todo a su alrededor.

- Juan – me llamo Pablo sacándome de mis pensamientos.

- ¿Qué pasa?

- Se acaba de despertar, quiere verte- me comunico mientras anotaba algo en una libreta que tenía, lo cual asentí y camine para ir a su habitación- ah por cierto se llama Fabiana.

- Gracias.

Camine en silencio por los pasillos hasta llegar a la habitación donde estaba ella, desde que la había dejado en manos de los doctores no había vuelto a verla, estaba cansado y tenía la misma ropa desde el Sábado, seguramente las ojeras están muy marcadas. Abrí la puerta intentando no hacer ruido pero fracase la dichosa puerta sonaba y retumbaba en la habitación, entre despacio estaba recostada en la cama.

- Hola- le dije sin siquiera acercarme

- Hola, señor…

- Decime Juan- la interrumpí

- Fabiana

- Si, el… Pablo me lo ha dicho…

- Gracias por salvarme, por ayudarme,

- No tenés nada que agradecerme…

- ¿me ayudas a sentarme?

Asentí con la cabeza y me acerque a ella, ahora que la tenía en frente que la miraba bien es muy hermosa, tiene el pelo negro azabache largo, su cara es hermosa a pesar de los golpes y moretones que tiene en ella, y sus ojos celestes profundos, mientras la observada la ayudaba con mucho cuidado a sentarse, una mueca de dolor cruzo su cara y me di cuenta de lo mal que la había pasado, no sabía exactamente el parte médico pero algo dentro mío decía que había sufrido bastante. De pronto me dio un dulce y nervioso beso en la mejilla, mis músculos se tensaron ante su contacto.

- De verdad Gracias- me susurro al oído a lo cual solo fui capaz de sonreír de costado nerviosamente.

Agradecí para mis adentros cuando la habitación se llenó, había entrado la doctora junto a unos enfermeros, sin decir nada retrocedí, le dedique una última mirada me despedí con un gesto y me fui. No tenía nada más que hacer ahí. Ella estaba bien, eso era lo único que me preocupaba.
Cuando llegue a casa me tire así como estaba en la cama, me sentía liquidado, como si del accidente hubiera sido yo, estuve recostado un buen rato, pero el olor a hospital que sentía impregnado en ropa no me dejaba pegar un ojo. Asique de mala manera me levante y me obligue a meterme bajo la ducha, el agua caliente relajo mis músculos y la tensión que había acumulado los últimos tres días, me duche rápido y quince minutos después salí envuelto en una toalla por la cintura, me puse mis boxers y ahora si relajado me tire a la cama para dormir por dos semanas al manos.
Escuchaba el llanto de alguien proveniente del bosque, me incorpore de la cama me puse un pantalón de jogging zapatillas y me dispuse a salir de la habitación al llegar a la puerta de entrada me gire hacia la mesa que había ahí y agarre la linterna, el sollozo que provenía de afuera era cada vez más desgarrador, ¿tal vez había alguien herido?;  que se había perdido en la profundidad de mi pequeño rejunte de árboles que yo había denominado como el bosque; corrí para seguir de donde venía aquel lamento que hacía temer y me partía el alma en dos aunque ni siquiera sé porque. El llanto se hacía más fuerte a medida que me acercaba, había una chica acurrucada junto a un árbol, con sus brazos abrazaba sus piernas, y en cuanto me vio se lanzó a mis brazos, sin pensarlo la abrace tratando de calmarla.

- Esperaba que me salves, no quiero ser esto.- me dijo mientras me abrazaba, extrañado como estaba busque sus ojos no había podido ver bien quien era, con una mano a agarre por la barbilla y le levante suavemente la cara para que dos ojos extremadamente azules me envolvieron y me suplicaron que no la deje sola, sin pensarlo la acurruque a mi lado y le acaricie el pelo negro, tan negro como la noche que nos rodeaba, su cara estaba sobre mi pecho, su llanto había cedido y su respiración se había normalizado. Ella se incorporó y clavo esos hermosos ojos en los míos.

- Necesito que me salves- me susurro y de la nada se evaporo como el humo de un cigarrillo en la noche.

Me desperté de golpe, mierda estaba soñando, ¿porque mierda había soñado con Fabiana?, ¿Por qué me pedía que la salve?...
Durante el tiempo que Fabiana estuvo internada Pablo se encargó de pasar a verla con la excusa de hacerle preguntas, y siempre me informaba cómo iba evolucionando cuando pasaba por casa a tomarse unas cervezas. Después del sueño que había tenido con ella no me animaba a ir a verla. Mi vida había vuelto a la rutina de casa al trabajo y viceversa.

Sálvame (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora